El ingreso simultáneo de nueve jóvenes en nuestra institución tras la ingestión de hidróxido de sodio concentrado (que se había confundido con vino) nos brindó una oportunidad única para manejar las lesiones esofágicas corrosivas que variaban en gravedad desde una lesión de segundo grado de la mucosa oral solamente hasta una lesión hipofaríngea, esofágica y gástrica de espesor completo. La gravedad de la lesión se clasificó primero sobre la base de los síntomas y la exploración física de la boca, y luego en el quirófano mediante esofagoscopia rígida. Este procedimiento proporcionó un enfoque lógico para el tratamiento. Tres pacientes con quemaduras orales de segundo grado no requirieron cirugía. Seis pacientes requirieron laparotomía con gastrostomía y/o yeyunostomía de alimentación por chimenea, uno requirió esofagogastrectomía inmediata y tres requirieron gastrectomía total o subtotal inmediata. No hubo ninguna muerte. Tres pacientes han requerido posteriormente una sustitución esofágica y otros tres han necesitado dilataciones repetidas. A los dos años de seguimiento, los nueve mantienen su estado nutricional por vía oral, y todos, excepto el paciente previamente mudo, pueden fonar. La ingestión de lejía líquida requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico mucho más agresivo que el que se recomienda actualmente para la ingestión de cáusticos en general. Sobre la base de nuestra experiencia con estos nueve pacientes, sugerimos lo siguiente para las lesiones esofágicas por lejía líquida 1) evaluación temprana del esófago mediante esofagoscopia; 2) con quemaduras esofágicas, laparotomía urgente para evaluar el daño gástrico y gastrostomía para pasar un hilo para posteriores dilataciones retrógradas; 3) resección adecuada del estómago para las quemaduras gástricas; 4) con quemaduras esofágicas profundas, esofagectomía temprana.