Recordatorio de una importante lección clínica: "Cadera de portero": osteomielitis aguda hematógena secundaria a fracturas apofisarias | Savage Rose

DISCUSIÓN

La osteomielitis es una complicación poco frecuente de las fracturas cerradas tratadas de forma conservadora.1 Los escasos informes en la literatura son en su mayoría informes de casos.1 El papel del traumatismo en la etiología de la osteomielitis ha sido debatido.2,3 Se ha demostrado que la lesión de la placa epifisaria produce cambios en el microambiente de la placa de crecimiento que la hacen susceptible de infección.4 La bacteriemia por sí misma suele ser insuficiente para iniciar una osteomielitis en un hueso normal5 , pero puede hacerlo en presencia de un traumatismo.6 Whalen et al han sugerido que esta última observación es el resultado de una respuesta inflamatoria retardada tras el traumatismo, que permite la proliferación bacteriana y la destrucción de los tejidos locales.6 Creemos que nuestros pacientes debían tener una bacteriemia clínicamente no significativa en el momento de la lesión; el hematoma asociado a la fractura, así como el microambiente alterado en el lugar de la fractura, fueron suficientes para establecer una infección. Hedstrom et al. sugirieron que las bacterias se propagaban por vía hematógena desde las lesiones cutáneas a las zonas inflamatorias asépticas alrededor de las inserciones musculares, pero no pudieron demostrarlo.7

Se ha informado de que existe una asociación entre esta forma de osteomielitis y las lesiones futbolísticas.7 Nuestros dos pacientes eran porteros y nuestra hipótesis es que sus fracturas apofisarias se produjeron de forma secundaria al impacto de la cresta ilíaca con el suelo. Sin embargo, el origen de la bacteriemia no estaba claro, ya que ninguno de los dos pacientes tenía una lesión cutánea evidente ni ninguna otra fuente potencial de inoculación.

Creemos que los datos clínicos, las pruebas radiológicas y la rápida mejoría de los pacientes tras la introducción de los antibióticos apuntan a una infección secundaria a una fractura cerrada. La probable propagación de dicha infección se ha descrito anteriormente.

Creemos que en presencia de una fractura cerrada en la que no se aprecia ninguna otra infección evidente (por ejemplo, infección torácica, ITU, etc.), debe considerarse la presencia de una infección ósea. La RMN es la investigación de elección para determinar la presencia de infección. Si el estado clínico lo permite, debe tomarse una biopsia antes de iniciar la terapia antibiótica. Se sugiere un mínimo de 6 semanas de antibióticos para tales infecciones. Si no se diagnostican y tratan estas lesiones complicadas por la infección, se puede producir una osteomielitis crónica, destrucción ósea o septicemia.

El pronóstico de estas infecciones en los niños es bueno.1 Aunque la osteomielitis es una complicación poco frecuente tras una lesión cerrada, la presencia de pirexia o el aumento del dolor tras el tratamiento de una lesión ósea cerrada debe alertar al clínico de esta posible complicación.

PUNTOS DE APRENDIZAJE

  • Las apófisis son un área potencial de infección y dichas infecciones pueden establecerse incluso después de lesiones relativamente triviales

  • Estas infecciones suelen presentarse de forma tardía y con importantes secuelas y morbilidad a largo plazo

  • El conocimiento y el tratamiento tempranos de dichas infecciones pueden prevenir secuelas más dramáticas a largo plazo

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