El equipo descubrió que, aunque la TCC y la TEG eran seguras y eficaces para la mayoría de los pacientes con SFC, las mejoras en el ensayo PACE eran sólo moderadas. Los autores explican que al identificar los mecanismos por los que algunos pacientes se benefician del tratamiento, su investigación ayudará a optimizar estos tratamientos.
Analizando una variedad de factores mediadores, los autores informan de que el factor más influyente en el éxito de la TCC y la TEG para los pacientes con SFC es reducir las «creencias de evitación del miedo». Estas creencias son temores de los pacientes -considerados «comprensibles» por los autores- de que sus síntomas empeoren con la actividad o el ejercicio.
Los autores calcularon que las creencias de evitación del miedo representaban hasta el 60% del efecto general de la TCC o la TEG en los resultados de los pacientes.
Se descubrió que la GET tenía más éxito que la TCC en la mejora de la evitación del miedo y en la mejora de la tolerancia al ejercicio, que se midió por el número de metros caminados por los pacientes durante un período de tiempo fijo.
La profesora Trudie Chalder, del King’s College de Londres, afirma:
«Nuestros resultados sugieren que las creencias de miedo pueden cambiarse desafiando directamente dichas creencias (como en la TCC) o mediante un simple cambio de conducta con un enfoque gradual de la actividad evitada (como en la GET). Clínicamente, los resultados sugieren que los terapeutas que imparten TCC podrían fomentar más actividades físicas, como caminar, lo que podría mejorar el efecto de la TCC y podría ser más aceptable para los pacientes.»
Escribiendo en un comentario vinculado, los doctores Hans Knoop y Jan Wiborg, del Centro Médico de la Universidad de Radboud, en los Países Bajos, sacan una conclusión ligeramente diferente a la de los autores del estudio.
«Chalder y sus colegas concluyen que los estudios futuros deberían centrarse en la mejora de la autoeficacia y en el aumento de la actividad física, ya que estos mediadores identificados tenían fuertes relaciones con los resultados», escriben ambos.
Sin embargo, los doctores Knoop y Wiborg creen en cambio «que un aumento de la actividad física no es más que un catalizador para el cambio de las cogniciones sobre la actividad y los síntomas en los pacientes con síndrome de fatiga crónica.»
Los investigadores holandeses sugieren que los estudios futuros se centren en cómo se pueden cambiar estas creencias de forma más rápida y eficaz. Una vez que el paciente está convencido de que es posible aumentar su capacidad, argumentan, se ha dado un paso importante hacia la recuperación, independientemente del nivel real de actividad que se realice.