Martes, 6 de octubre de 2020 (HealthDay News) – Llevar una mascarilla no puede provocar envenenamiento por dióxido de carbono, incluso en personas con enfermedades pulmonares, informan los investigadores.
Los hallazgos contrarrestan las afirmaciones de que el uso de mascarillas para evitar la propagación del nuevo coronavirus puede poner en riesgo la salud de algunas personas.
Los autores del nuevo estudio evaluaron los cambios en los niveles de oxígeno o dióxido de carbono en personas sanas, así como en aquellas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), antes y durante el uso de mascarillas quirúrgicas.
En general, las personas con EPOC deben «esforzarse más para respirar», lo que puede provocar falta de aire y/o sensación de cansancio, según la Sociedad Torácica Americana.
El estudio -publicado en línea el 2 de octubre en los Anales de la Sociedad Torácica Americana- descubrió «que los efectos son mínimos a lo sumo, incluso en personas con un deterioro pulmonar muy grave», dijo el autor principal, el Dr. Michael Campos. Es profesor asociado en la división de medicina pulmonar, alergia, cuidados críticos y del sueño de la Universidad de Miami.
Campos también se refirió a la sensación de falta de aire que pueden experimentar algunas personas sanas cuando llevan una mascarilla.
«La disnea, la sensación de falta de aire, que sienten algunas personas con las mascarillas no es sinónimo de alteraciones en el intercambio de gases. Es probable que se produzca por la restricción del flujo de aire con la mascarilla, en particular cuando se necesita una mayor ventilación (en caso de esfuerzo)», dijo en un comunicado de prensa de la sociedad.
Por ejemplo, si se camina a paso ligero por una colina, se puede experimentar disnea, y una mascarilla demasiado apretada puede aumentar esa sensación. La solución: Reduzca la velocidad o quítese la mascarilla si se encuentra a una distancia segura de otras personas, aconsejó Campos.
«Es importante informar al público de que la incomodidad asociada al uso de la mascarilla no debe dar lugar a preocupaciones de seguridad sin fundamento, ya que esto puede atenuar la aplicación de una práctica que ha demostrado mejorar la salud pública», concluyeron los investigadores.
«El público no debe creer que las mascarillas matan», subrayó Campos.