Arañas reclusas – Sibley Nature Center

Las arañas reclusas (Loxosceles, familia Sicariidae) son típicamente de color marrón claro a medio, pero su color puede variar de casi blanco a marrón oscuro o gris oscuro. Suelen medir entre ¼ y ¾ de pulgada con una postura de todas las patas extendidas radialmente cuando están sobre una superficie plana. Suelen tener una marca contrastada en forma de violín en la parte dorsal del cefalotórax (combinación de cabeza y tórax de los arácnidos) con el cuello del violín apuntando hacia la parte trasera de la araña. Las arañas reclusas son llamadas a veces «arañas violín» debido a esta marca; sin embargo, el patrón del violín no es exclusivo de las arañas reclusas, ya que otras arañas comparten marcas similares. La mayoría de las arañas tienen ocho ojos, pero las arañas de la familia Sicariidae tienen seis ojos dispuestos en tres pares (llamados díadas) con un par situado en el centro y dos pares laterales. Sin embargo, otra familia de arañas, las arañas escupidoras (familia Scytodidae) tienen el mismo patrón y disposición de ojos que las Sicariidae. La diferencia entonces es que las arañas reclusas no tienen patrones de coloración obvios en el abdomen y las patas, y las patas también carecen de espinas.

Las arañas reclusas son resistentes; toleran la sequía y la escasez de alimento. Los adultos suelen vivir de 1 a 2 años y las hembras producen varios sacos de huevos de unos 50 huevos por saco durante un período de 2 a 3 meses, de mayo a julio. Las arañas jóvenes maduran en aproximadamente un año. Se encuentran escondidas bajo troncos y piedras, bajo la corteza suelta de los árboles muertos y, en general, en lugares no perturbados. Las arañas reclusas son cazadoras que no tejen telas para capturar a sus presas, sino que extienden líneas de seda desde un refugio para alertar oportunamente de la presencia de una presa, pero la seda está seca y no es pegajosa, por lo que la captura es por enredo y no por adhesión.

Entre las poblaciones humanas, las arañas reclusas buscarán refugio en interiores sin ser molestadas, escondiéndose en rincones oscuros, en baúles, detrás de librerías y aparadores, dentro de la ropa almacenada, en garajes y cobertizos, y especialmente en cajas de cartón.

La araña más estudiada, con más historia y más conocida de la familia de los sicáridos es la reclusa parda (Loxosceles reclusa). La araña reclusa parda se convirtió en un nombre familiar porque en ocasiones su mordedura puede provocar lesiones cutáneas necróticas y/o complicaciones sistémicas, una afección denominada loxoscelismo. Las arañas reclusas sólo cobraron interés médico a partir de mediados del siglo XX, ganando notoriedad gracias a la publicación de historias de casos, relatos de heridas horribles y tratamientos en la literatura popular y, más recientemente, la publicación viral de imágenes gráficas en Internet. Lo cierto es que la mayoría de las picaduras de araña Loxosceles se curan por sí solas sin complicaciones. Existen cuatro categorías de picaduras de araña Loxosceles: 1. No destacable (poco daño y autocuración; 2. Reacción leve (enrojecimiento, picor, ligera lesión, pero típicamente autocuración; 3. Dermonecrótica (lesión cutánea necrótica considerada por muchos la reacción típica); y 4. Sistémica o viscerocutánea. Sistémica o viscerocutánea (que afecta al sistema vascular, muy rara, pero potencialmente mortal). Las arañas reclusas son comunes en las viviendas humanas, pero no son agresivas, las mordeduras se producen cuando están heridas o cuando quedan atrapadas en la ropa o la ropa de cama. Las mordeduras que se vuelven necróticas son causadas por una enzima, la esfingomielinasa D (SMD), que se encuentra en el veneno de todas las arañas reclusas. La mayoría de los estudios de casos se han realizado con la reclusa parda (L. reclusa).

Las mordeduras de reclusa suelen pasar desapercibidas. Existen numerosas afecciones infecciosas y no infecciosas documentadas que producen una patología similar y que inicialmente fueron diagnosticadas erróneamente como mordeduras de araña reclusa por los profesionales médicos. Entre los agentes patológicos se encuentran las infecciones bacterianas por estafilococos (especialmente S. aureus (MRSA)) y estreptococos, las úlceras diabéticas, las infecciones por hongos, la hiedra venenosa, el carcinoma de células escamosas de la piel y la enfermedad de Lyme.

El término «reclusa parda» se utiliza coloquialmente para cualquier ejemplar de Loxosceles en Norteamérica, pero la reclusa parda es específicamente L. reclusa. Es la especie más frecuentemente asociada a las mordeduras de importancia médica. Hay otras especies de arañas reclusas con un veneno similar, pero algunos estudios han demostrado que no todas tienen un veneno igual de potente. Hay 13 especies de Loxosceles reconocidas en Norteamérica, de las cuales 5 se dan en Texas:

L. reclusa—Reclusa parda

L. blanda—Reclusa de Big Bend

L. apachea—Reclusa apache

L. devia—Reclusa de Texas (a menudo confundida con L. reclusa)

L. rufescens—Mediterranean recluse (especie global vagabunda originaria de la región

Mediterránea)

Las especies se diferencian por el examen microscópico de los genitales.

La percepción pública de las arañas reclusas es una extraña mezcla de aracnología, toxicología, medicina, psicología, mitología y periodismo. Existe una amenaza real de envenenamiento por la picadura de la Loxosceles, pero la exageración de esta amenaza ha dado una reputación inmerecida a una araña tímida y retraída.

Literatura

http://en.wikipedia.org/wiki/Brown_recluse_spider

Jackman, John A. A Field Guide to Spiders and Scorpions of Texas. Gulf Publishing Company, Houston, 1997.

Vetter, Richard S. Spiders of the genus Loxosceles (Aranea, Sicariidae): a review of biological, medical, and psychological aspects regarding envenomations. 2008. The Journal of Arachnology 36: 150-163.