Antecedentes
Los derrames pericárdicos suelen ser un hallazgo incidental en el ecocardiograma a pie de cama, a menos que el paciente presente signos clínicos de fisiología de taponamiento y shock obstructivo. El ecocardiograma es sensible y específico para detectar derrames pericárdicos.1 Aunque hay muchas causas de derrames pericárdicos, las causas más comunes de derrames sintomáticos en el mundo occidental se deben a neoplasias, pericarditis, patología traumática o etiología idiopática. En los países en vías de desarrollo, sin embargo, los derrames pericárdicos se deben predominantemente a la tuberculosis en una zona donde es endémica.2,3 El tamaño del derrame se clasifica en función de las mediciones de una bolsa de líquido durante la diástole. El derrame leve se define como inferior a 10 mm; el moderado, de 10 a 20 mm; y el grande, superior a 20 mm.3
Es importante tener en cuenta que el espacio pericárdico contiene hasta 50 mL de líquido fisiológico que puede verse en la ecocardiografía durante la sístole. Los derrames pequeños suelen contener menos de 100 mL de líquido; los derrames moderados contienen de 100 a 500 mL de líquido; y los derrames grandes, más de 500 mL de líquido. El líquido de los derrames más pequeños suele tener una capa posterior, mientras que el líquido de algunos derrames moderados y de la mayoría de los derrames grandes puede verse de forma circunferencial.
Signos y síntomas clínicos
Los pacientes con grandes derrames crónicos suelen ser asintomáticos, y los síntomas clínicos suelen correlacionarse con la agudeza de la acumulación pericárdica. Los pacientes con derrames sintomáticos presentan disnea de esfuerzo que va seguida de ortopnea, dolor torácico y, a veces, disfagia, ronquera o hipo debido a la irritación de las estructuras circundantes, hasta que muestran una fisiología de taponamiento que conduce a la hipotensión secundaria al shock obstructivo. Los signos más reconocidos de la fisiología del taponamiento en la ecocardiografía de cabecera son el colapso diastólico temprano de la aurícula y el ventrículo derechos, así como la interdependencia ventricular.4
Técnica de imagen
El derrame pericárdico y el taponamiento cardíaco pueden detectarse en cualquiera de las vistas ecocardiográficas estándar, y el líquido suele aparecer como una franja anecoica. El líquido aparecerá primero en la porción dependiente del espacio pericárdico, pero puede volverse circunferencial a medida que crece (Figura 1).
Figura 1.
Figura 2.
Después de determinar primero la presencia de un derrame, se evalúan la aurícula y el ventrículo derechos en busca de signos de colapso diastólico (Figura 2). El colapso diastólico puede ser a veces difícil de visualizar. En estos casos, el modo de modulación del movimiento (modo M) puede ayudar a visualizar la presencia de un colapso diastólico (Figura 3).
Figura 3.
Figura 4.
El otro signo de derrame pericárdico es la interdependencia ventricular (figura 4), que se produce cuando el aumento de volumen de un ventrículo provoca una disminución de volumen en el otro. Esto se ve mejor en una vista apical de cuatro cámaras y es secundario a la constricción de la cámara causada por el derrame. Durante la inspiración, la presión intratorácica negativa provoca un aumento del llenado de la aurícula y el ventrículo derechos. Debido a la constricción causada por el derrame, el ventrículo derecho sólo puede expandirse contra el septo, causando un arqueo acentuado contra el ventrículo izquierdo. Durante la espiración, el aumento de la presión intratorácica y el derrame provocan una disminución del llenado del ventrículo derecho, causando el efecto contrario.
Después de evaluar los signos de taponamiento en la exploración, el siguiente paso es evaluar la vena cava inferior (VCI). Una forma sencilla de identificar la VCI en la ecocardiografía es visualizar el corazón en la vista subxifoidea y, a continuación, girar la sonda para que el marcador apunte hacia la cabeza del paciente. Como se muestra en la figura 5, la VCI debe verse entrando en la aurícula derecha; si el paciente está realmente en shock obstructivo, la VCI debe ser pletórica con una mínima variación respiratoria.
Figura 5.
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