- La condición causa una lengua moteada, pero nadie sabe por qué
- No es contagiosa pero puede ser dolorosa y afecta al 2% de los individuos
- Nuevas ecuaciones han revelado cómo la lengua geográfica crea patrones
- Los médicos podrían ser capaces de juzgar la gravedad de la condición basándose en los patrones
Es una condición horripilante que ha desconcertado a los científicos durante mucho tiempo.
Conocida como lengua geográfica (GT), la dolencia hace que las personas tengan una lengua moteada con diseños extraños como círculos y lo que se ha descrito como un «mapa de continentes».
Aunque nadie sabe con certeza qué la causa, los físicos han descubierto recientemente que existen dos tipos de TG que, combinados, afectan a alrededor del dos por ciento de la población.
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¿QUÉ ES LA LENGUA GEOGRÁFICA?
La lengua geográfica (GT) hace que las personas tengan una lengua moteada con diseños extraños como círculos y «continentes».
No es contagiosa, pero afecta a alrededor del dos por ciento de la población.
Los científicos aún no están seguros de las causas, pero algunos dicen que la genética puede ser un vínculo común.
Alrededor de una de cada 10 personas con lengua geográfica puede tener una leve molestia, pero la condición es por lo demás inofensiva.
Se produce cuando en partes de la lengua faltan capas de pequeñas protuberancias conocidas como papilas.
Los médicos suelen recetar antiinflamatorios, enjuagues bucales y suplementos de zinc para tratar los síntomas.
La afección es crónica y no se conoce ninguna cura para la GT.
La lengua geográfica (TG) modifica la capa superior de tejido de la lengua, denominada epitelio, que contiene las papilas gustativas.
En las personas con TG, algunas de las estructuras que contienen estas papilas se inflaman, según el coautor del estudio, Gabriel Seiden, físico del Instituto Weizmann de Ciencias.
La afección no es contagiosa pero puede ser crónica.
La causa es desconocida, pero los científicos creen que la genética puede desempeñar un papel. También se ha propuesto el estrés, las alergias, la diabetes y un desequilibrio hormonal, pero hasta ahora los científicos no han podido demostrar de forma concluyente que ninguno de ellos pueda desencadenar la afección.
Aunque la lengua se cura por sí sola con el tiempo, los patrones siempre vuelven y pueden causar algún dolor leve.
En el estudio, los investigadores utilizaron ecuaciones que trataban la TG como un «medio excitable» a través del cual podían pasar ondas de un determinado estado.
Un incendio forestal es un ejemplo clásico de «medio excitable».
Puede extenderse por un bosque, pero no puede volver a un punto quemado hasta que la vegetación haya vuelto a crecer.
Cuando esta llama crece -dijo el profesor Seiden a Live Science-, «esencialmente destruye esta capa, y continúa hasta que todo el bosque se quema», o toda la lengua se ve afectada.
En una de las versiones de la afección, el GT comienza como una serie de pequeñas manchas que se expanden gradualmente en un patrón circular.
Los patrones no pueden formarse en áreas que ya han sido afectadas, causando las formas extrañas.
En una versión más grave de la GT, se desarrollan patrones en espiral que pueden desplazarse a partes de la lengua que aún están sanando.
«Esperamos que estos resultados puedan ser utilizados por los médicos como forma práctica de evaluar la gravedad de la afección basándose en los patrones característicos observados», dijo el profesor Seiden.
Al igual que el desarrollo de los incendios forestales puede verse afectado por condiciones externas, como la fuerza del viento, los investigadores afirman que las condiciones que rodean a la lengua también pueden tener importantes consecuencias para la TG.
En su estudio, observaron a un niño de un año que desarrolló las lesiones características en múltiples ocasiones a lo largo del borde de la lengua adyacente a los dientes en crecimiento.
Dicen que esto implica que el roce constante de la lengua contra la encía puede desencadenar la TG.
‘En el futuro, tenemos la intención de colaborar con los médicos y dentistas que tratan a los pacientes con TG para obtener valiosos -y a menudo escasos- datos empíricos sobre la evolución dinámica de la afección’, continuó el Dr. Seiden.
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