Las terapias agonistas y antagonistas son opciones eficaces basadas en la evidencia en el tratamiento médico de la adicción a las drogas. Una forma sencilla de pensar en estos conceptos es que la terapia agonista crea una acción mientras que la terapia antagonista se opone a una acción.
Terapia agonista
Una droga que es agonista se une a los receptores en el cerebro, y entonces produce una reacción química. Por ejemplo, la heroína es un agonista opioide. Se une a los receptores opioides que controlan el placer y el dolor, y el resultado es una sensación de euforia y bienestar. Otros ejemplos de agonistas opioides, a veces denominados «agonistas completos», son la oxicodona, la morfina y el opio.
En la terapia agonista, los médicos recetan a sus pacientes fármacos agonistas que se unen a los mismos receptores que la sustancia adicta. El fármaco agonista crea un efecto similar, esencialmente haciéndose pasar por la droga más adictiva. Por ejemplo, la buprenorfina es un agonista comúnmente utilizado en el tratamiento de la adicción a la heroína.
La buprenorfina es un «agonista parcial». Aunque se une fuertemente a los receptores opioides del cerebro, no tiene un efecto «agonista completo» como la heroína. Dado que su acción tiene un efecto máximo, los pacientes que utilizan el medicamento no desarrollan tolerancia, pero sí se vuelven fisiológicamente dependientes.
La terapia con agonistas puede ayudar a aliviar el doloroso síndrome de abstinencia y los continuos antojos, permitiendo a los pacientes centrarse en la terapia y en la recuperación a largo plazo. El inconveniente de los fármacos agonistas es que los pacientes pueden desarrollar una dependencia fisiológica y una tolerancia a la medicación durante su tratamiento.
La siguiente es una lista de los fármacos agonistas más utilizados:
- La metadona es un agonista completo utilizado en el tratamiento de la adicción a los opioides
- La buprenorfina es un agonista parcial utilizado en el tratamiento de la adicción a los opioides
- El chantix es un agonista parcial utilizado en el tratamiento de la adicción a la nicotina
Terapia antagonista
Mientras que los fármacos antagonistas también se unen a los receptores del cerebro, no se produce un efecto similar al de la droga adictiva. Los fármacos antagonistas se utilizan para impedir que las drogas adictivas activen los receptores del cerebro.
La terapia antagonista tiene varios beneficios. Los pacientes que reciben fármacos antagonistas, como la naltrexona, que se utiliza en el tratamiento de la adicción a los opiáceos, no desarrollan una tolerancia a la medicación. Además, los fármacos antagonistas no son adictivos en sí mismos.
Sin embargo, la terapia antagonista no alivia el deseo de consumir la sustancia adictiva. Si están siendo tratados por adicción a los opioides, los pacientes corren un alto riesgo de sobredosis si se saltan una dosis de antagonista prescrita y recaen durante ese tiempo.
Los fármacos antagonistas más utilizados son:
- La naltrexona se utiliza en el tratamiento de la adicción a los opiáceos
- La naloxona suele utilizarse para estabilizar a los pacientes que sufren una sobredosis de opiáceos
No existen terapias agonistas o antagonistas para el tratamiento de la adicción al alcohol. Sin embargo, existen otras opciones. La terapia de aversión utiliza medicamentos, como el Antabuse, que disuaden a los pacientes de consumir alcohol. Este tratamiento es especialmente útil en la prevención de recaídas.
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