Síndrome de la articulación facetaria

La columna vertebral -la parte de la columna que soporta el peso- está formada por vértebras planas y redondas que se alternan con discos de apoyo. Sin embargo, no llegaríamos muy lejos si estas estructuras estuvieran simplemente apiladas sin ninguna conexión. Estos puntos de conexión deben ser lo suficientemente flexibles como para que podamos hacer cosas como arrancar la hierba del césped o recoger los Legos del suelo del salón. Ahí es donde entra en juego la articulación facetaria.

¿Qué es una articulación facetaria?

Figura 1: Un par de articulaciones facetarias (de color rosa) conectan cada vértebra con la de abajo.

En la parte posterior de la mayoría de las vértebras hay una estructura ósea llamada arco vertebral. En su centro hay un saliente abultado, que es la parte que puedes sentir al pasar los dedos por la columna vertebral. Esta pequeña protuberancia se encuentra en el centro del arco vertebral. Pares de proyecciones rígidas se extienden hacia arriba y hacia abajo a cada lado.

Una articulación facetaria es el punto en el que las proyecciones hacia abajo de una vértebra se encuentran con las proyecciones hacia arriba de la vértebra que está debajo. Por lo tanto, un par de articulaciones facetarias conectan cada vértebra con la que está por debajo, lo que da fuerza y flexibilidad a la columna vertebral. Cada articulación facetaria está revestida de cartílago y rodeada por una cápsula llena de líquido que mantiene la articulación lubricada.

Dentro de la cápsula hay pequeñas ramificaciones del nervio medial, que transmiten señales de dolor al cerebro cuando se produce un daño en la articulación.

¿Qué es el síndrome de la articulación facetaria?

El cuerpo que envejece es como un viejo coche de carreras, lo que significa que para seguir siendo apto para la carretera, hay que mantenerlo cuidadosamente. Por ejemplo, cuando un Chevy del 55 envejece, se oxida, las juntas de goma se secan y las correas se rompen. Del mismo modo, el síndrome de la articulación facetaria es una condición en la que una articulación facetaria artrítica causa dolor y rigidez, reduce el rango de movimiento o limita la movilidad. Recuerde que la articulación facetaria puede tener una forma extraña, pero se trata de una articulación, igual que la rodilla o el codo, pero más pequeña. El síndrome de la articulación facetaria puede afectar a cualquier parte de la columna vertebral -vértebras cervicales, torácicas, lumbares o sacras-, pero es más frecuente en la región lumbar.

Síntomas del síndrome de la articulación facetaria

El síndrome de la articulación facetaria puede causar dolor de espalda, sensibilidad, inflamación o rigidez en su lugar de origen o cerca de él. Es posible que no pueda moverse o doblarse tan libremente como antes. Como los músculos que rodean la cápsula articular trabajan en exceso para proteger la zona comprometida, también pueden producirse espasmos musculares. El dolor puede salir de su origen como un eco, provocando dolores de cabeza, rigidez en el cuello o dolor en el hombro, la pierna, las nalgas, el brazo o la mano.

El dolor suele producirse en un lado del cuerpo, y ciertas posiciones o movimientos, como girar para comprobar el ángulo muerto en el coche, pueden intensificarlo. Controlar este dolor crónico puede hacer que se sienta ansioso, estresado o deprimido. Aunque los médicos a veces recomiendan el reposo, los largos periodos de inactividad acaban agravando el dolor porque los músculos que sostienen las articulaciones facetarias se debilitan si no se utilizan.

¿Qué causa el síndrome de la articulación facetaria?

A medida que envejecemos, nuestras articulaciones se deterioran, especialmente si no hacemos suficiente ejercicio y tenemos una mala postura o mecánica corporal. Los años de fricción erosionan el cartílago liso que recubre las superficies articulares, haciéndolo artrítico. Además, las lesiones, el consumo de alcohol o tabaco, una circulación inadecuada, estar demasiado tiempo sentado o de pie y el propio proceso de envejecimiento pueden disminuir la lubricación dentro de la cápsula articular y provocar la inflamación de la propia cápsula.

Los discos vertebrales comienzan a colapsarse con la edad, ejerciendo aún más presión sobre las articulaciones facetarias. Por ello, el síndrome de la articulación facetaria suele ir acompañado de la enfermedad discal degenerativa.

¿Qué tan común es el síndrome de la articulación facetaria?

El síndrome de la articulación facetaria es una de las causas más comunes de dolor lumbar. Debido a que esta afección es difícil de diferenciar de otras causas de dolor de espalda, es difícil decir con precisión cuántas personas la padecen. Pero cada año, 25 millones de estadounidenses pierden al menos un día de trabajo a causa del dolor lumbar, y otros 5 millones de personas están incapacitadas por él.

¿Cómo se diagnostica el síndrome de la articulación facetaria?

El síndrome de la articulación facetaria es sorprendentemente difícil de diagnosticar. El dolor puede irradiarse desde su origen, del mismo modo que lo hace el dolor de muelas, lo que hace difícil determinar su origen: ¿el problema está en la T12 o en la L1? Tampoco es fácil determinar qué estructura anatómica está afectada.

El dolor a nivel de L1 (la primera vértebra lumbar), por ejemplo, puede estar causado por una hernia discal, la compresión de la médula espinal (estenosis) o una articulación facetaria artrítica.

Las radiografías de la columna vertebral pueden identificar la artritis en las articulaciones facetarias. Pero para averiguar realmente lo que ocurre, su cirujano puede intentar reproducir o provocar el dolor. Si una inyección de una solución salina inofensiva en el espacio articular produce dolor, por ejemplo, es seguro asumir que el dolor se origina allí. Del mismo modo, si una inyección de anestesia en una articulación facetaria inhibe su dolor, eso indica que ese es el origen.

¿Existen tratamientos conservadores para el síndrome de la articulación facetaria?

El tratamiento del síndrome de la articulación facetaria se centra en uno de los dos enfoques: controlar los síntomas o abordar la causa del dolor directamente.

Al principio, su médico probablemente le recomendará ejercicio y otros cambios menores en su estilo de vida para reducir el dolor a un nivel manejable. Es posible que le recomiende descansar durante unos días o aplicar calor o hielo. Si ninguna de estas medidas sencillas resuelve el dolor y las molestias, podría ser el momento de considerar opciones de tratamiento del dolor de espalda más sólidas y conservadoras, destinadas a eliminar la causa de los síntomas.

Fisioterapia

Su médico probablemente le animará a ser más activo. Pero si hacer ejercicio por su cuenta no le ayuda, la fisioterapia puede estar en orden.

Un fisioterapeuta puede mostrarle cómo dirigirse a los músculos correctos y mejorar su postura y mecánica corporal para aumentar su flexibilidad y rango de movimiento. La actividad física tonifica los músculos que rodean las articulaciones facetarias. A medida que estos músculos se fortalecen, son más capaces de sostener la columna vertebral, ayudándoles a soportar la carga de su peso corporal.

Medicamentos

  • Agentes no opiáceos: El paracetamol y los antiinflamatorios, como el ibuprofeno (Advil) y el naproxeno (Aleve), se recetan a menudo para reducir el dolor del síndrome de la articulación facetaria.
  • Los relajantes musculares pueden aliviar los espasmos musculares asociados a las articulaciones facetarias artríticas. A veces los médicos incluso recetan medicamentos esteroides orales para aplacar el dolor agudo. También pueden recetar medicamentos para tratar la ansiedad, el insomnio o la depresión asociados al dolor crónico.
  • Opiáceos: Prescritos con moderación y controlados cuidadosamente, los medicamentos opiáceos (para aliviar el dolor) son una herramienta excelente para controlar los síntomas del síndrome de la articulación facetaria. Usted y su médico pueden hablar de los riesgos y beneficios del tratamiento con opioides para decidir si esta opción es adecuada para usted.

Bomba de fármacos implantable

Algunos pacientes se benefician de la colocación de una bomba de dolor programada para administrar la medicación directamente en el líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea la médula espinal).

La bomba es un dispositivo electrónico que funciona con pilas y se implanta quirúrgicamente en un bolsillo del abdomen. Se conecta a un catéter (un tubo largo) que se introduce en el canal espinal hasta el nivel de la articulación facetaria afectada. A continuación, el cirujano verifica la correcta colocación del catéter mediante fluoroscopia (una especie de radiografía en tiempo real).

Inyecciones

  • Inyección con anestésicos locales o corticosteroides: La inyección de anestésicos locales o corticoides en el espacio articular puede reducir la inflamación y apagar o al menos debilitar la intensidad de las señales de dolor que llegan al cerebro. Para realizar el procedimiento, el médico utiliza imágenes de rayos X en tiempo real para guiar la aguja hasta la cápsula articular. A continuación, se libera el medicamento en el espacio articular.
  • Inyección en la articulación facetaria lumbar con plasma rico en plaquetas (PRP) autólogo: Una inyección lumbar es, por supuesto, una inyección en la parte lumbar (inferior) de la columna vertebral. La palabra autólogo significa simplemente «uno mismo», es decir, este procedimiento utiliza su propio plasma sanguíneo, en lugar de plasma de un banco de sangre. La expresión plasma rico en plaquetas (PRP) se refiere a un producto sanguíneo que contiene una alta concentración de glóbulos rojos o plaquetas. Las plaquetas producen factores de crecimiento que estimulan la regeneración del tejido en la zona. Para realizar una inyección de PRP autólogo, primero se recoge una pequeña cantidad de sangre del paciente. A continuación, las plaquetas se separan de los demás componentes sanguíneos para producir una pasta concentrada de glóbulos rojos. El PRP contiene de 4 a 5 veces más plaquetas que la sangre normal (entera). El último paso consiste en inyectar el PRP en el espacio articular bajo la guía de rayos X.

Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS)

La estimulación nerviosa eléctrica transcutánea es la aplicación de una corriente eléctrica de bajo voltaje a través de la piel para aliviar el dolor. Se colocan almohadillas en la piel y se utiliza una unidad de TENS alimentada por pilas para administrar una leve estimulación eléctrica a las estructuras anatómicas de la zona.

Neuroestimulador implantable

Un estimulador de la médula espinal es un generador de impulsos implantado quirúrgicamente y alimentado por pilas que produce una señal eléctrica de bajo voltaje destinada a enmascarar la percepción del dolor por parte del cuerpo. El dispositivo se implanta en el abdomen o las nalgas. Está equipado con cables que se extienden a través del espacio epidural de la columna vertebral hasta el nivel en el que se origina el dolor.

Neuroablación

La neuroablación, también conocida como rizotomía, neuroablación por radiofrecuencia (RFA) o denervación por radiofrecuencia, es un procedimiento en el que se destruyen deliberadamente pequeñas porciones del nervio medial mediante la aplicación de calor en forma de corriente eléctrica. La termoablación, un procedimiento similar, utiliza un láser quirúrgico, en lugar de corriente eléctrica, como fuente de calor.

Bajo la guía de rayos X, el médico inserta un diminuto electrodo en la cápsula de la articulación facetaria, que descarga las terminaciones nerviosas con un impulso eléctrico. Esta pequeña sacudida daña el nervio, lo que afecta a su capacidad de transmitir señales de dolor al cerebro.

Cirugía del síndrome de la articulación facetaria

Si la modificación del estilo de vida y las intervenciones procedimentales no proporcionan un alivio adecuado, o si sigue teniendo problemas para realizar actividades cotidianas como pasear al perro o lavar el coche, puede ser el momento de considerar las opciones quirúrgicas para tratar su síndrome de la articulación facetaria.

Cuanto más cauteloso sea el enfoque quirúrgico, más exitoso será el resultado. En Inspired Spine, la cirugía espinal mínimamente invasiva (CMI) para el síndrome de la articulación facetaria requiere sólo una incisión del tamaño de una moneda de diez centavos, minimizando el daño a los nervios circundantes, los músculos y otros tejidos y reduciendo drásticamente el riesgo de infección. A diferencia de los métodos tradicionales, la cirugía CMI suele ser un procedimiento ambulatorio.

En comparación con los enfoques más invasivos, los pacientes disfrutan de una recuperación mucho más rápida. Los resultados hablan por sí mismos. Poder volver a concentrarse en una película, disfrutar de un paseo sin dolor en el parque para perros o sentarse cómodamente en un vuelo de 3 horas para ver a los nietos es el mejor resultado que podían esperar.

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