Ruana

La palabra ruana es de origen desconocido, pero es probable que proceda del español «ruana», que significa paño de lana, harapiento o relacionado con la calle. Sin embargo, aunque dudoso, según ProColombia (antigua Proexport), la agencia oficial colombiana encargada del turismo internacional, la inversión extranjera y las exportaciones no tradicionales, la palabra ruana proviene del chibcha ruana que significa «Tierra de Mantas», utilizada para referirse a los tejidos de lana fabricados por los indígenas muiscas y timoto-cuicas.

Las ruanas que usaban los nativos Muisca (Chibcha) eran aparentemente de lana y largas hasta las rodillas, muy adecuadas para las frías temperaturas de la región donde se usaban no solo como prenda de vestir sino también como manta para usar en la cama o para sentarse como una especie de cojín. Muchas ruanas están hechas a mano con lana virgen de oveja. Una acuarela de 1856 muestra a un indígena de la Cordillera Occidental de Colombia tejiendo una ruana con un gran telar de pedal.

Sin embargo, la hipótesis del origen local precolombino de la ruana es ampliamente desconocida entre los estudiosos colombianos, señalando que aunque los pueblos muiscas precolombinos (también conocidos como chibchas) usaban prendas similares a la ruana, la ruana moderna no parece haber evolucionado a partir de éstas ni muestra continuidad de las prendas regionales prehispánicas, la ruana parece haber sido introducida después de la conquista española por los desarraigados esclavos quechuas yanakuna pertenecientes al extinto Imperio Inca que fueron traídos por los hacendados españoles locales para trabajar las tierras durante el período colonial temprano.

La ruana tiene una larga historia. No parece ser una adaptación local de las mantas chibchas (prehispánicas), como quería don Liborio Zerda, sino una imitación del poncho introducido por los yanaconas quechuas durante los siglos XVI y XVII.

– Instituto Colombiano de Antropología

No hay evidencia disponible que demuestre… la transformación de la manta chibcha a la ruana, y Liborio Zerda no la presentó. Por el contrario, hay una afirmación en las crónicas que señala lo difícil de tal transición. Antonio de Herrera observó en sus «Décadas» que cuando los chibchas «rasgaban las mantas y se las ponían al cuello… lo tomaban como cosa de gran infamia». Hoy en día, el uso de una ruana ya no se interpreta como una «cosa de gran infamia», aunque todavía existe el residuo cultural (e incluso natural) del rasgado como un insulto. Pero es difícil creer que los indios locales hicieran este cambio cultural internamente. Parece que los chibchas adoptaron la ruana a partir del poncho traído por los quechuas yanaconas. El poncho era una pieza foránea, de nuevo estilo, que aunque obligaba al portador a pasar la cabeza por la parte rota o abierta, no llevaba ningún estigma. Los chibchas (muiscas) reinterpretaron sus elementos propios y mantuvieron el poncho, la ruana y el bayetón con evidente gusto. En el siglo XVIII, dice Basilio Vicente de Oviedo, la fabricación de ruanas era ya una industria importante en muchos pueblos de Boyacá.

– Orlando Fals-Borda, Antología