En este estudio se compararon los hallazgos ecográficos de 203 pacientes hospitalizados con una variedad de métodos de referencia: biopsia, tomografía computarizada y pruebas de función hepática de laboratorio con el objetivo de definir su relevancia clínica. Los hallazgos ecográficos fueron asignados a 3 grupos: normal, descriptivo y definitivo. Cuando la ecografía describía un hígado como normal, o que mostraba una «ecogenicidad aumentada» o una «configuración alterada», las cifras de los métodos de referencia clínicos normales eran casi idénticas (es decir, un 70% de normalidad). Cuando se hacía un diagnóstico ecográfico definitivo («cirrosis», «hígado graso» o «congestión cardíaca»), el porcentaje de hígados por lo demás normales disminuía a menos del 20% y era del 0% para la cirrosis y la congestión cardíaca. El valor predictivo positivo para un único criterio anormal en la ecografía fue de entre el 16% y el 21%, mientras que para un diagnóstico definitivo fue de entre el 67% y el 100%. Sin embargo, muchos de nuestros pacientes tenían factores de riesgo adicionales para las anomalías hepáticas, como la obesidad, la diabetes mellitus o la quimioterapia por neoplasias. Estos factores de riesgo pueden inducir alteraciones morfológicas del parénquima sin que existan anomalías en la analítica y, aunque se diagnostiquen correctamente por ecografía, eluden otros métodos de referencia en pacientes sin biopsia. En conclusión, el hallazgo de un único criterio de anormalidad hepática en la ecografía debe ser tratado con precaución. Los diagnósticos ecográficos de «hígado graso», «cirrosis», diagnosticada por signos adicionales de hipertensión portal, o «congestión cardíaca», aportan más información. Una ecografía normal no excluye la presencia de hígado graso o cirrosis.