Una de las fases más duras del cuidado de una persona con Alzheimer o demencia es durante el tiempo que la persona deja de comer o beber. Es un momento difícil y, sin embargo, es una parte natural de la enfermedad.
Por qué los pacientes dejan de comer
En comer y beber intervienen el centro de control del cerebro y los fuertes músculos del cuello y la garganta. Cuando el Alzheimer progresa, afecta a estas partes. En este momento, se pueden observar síntomas como:
- Tos o atragantamiento
- Aclarar la garganta
- Hacer muecas al tragar
- Movimientos exagerados de la boca o la lengua
- Rechazo a tragar
- Mantener la comida en la boca o escupirla
En las últimas etapas de la demencia y se desarrolla la fase de dejar de comer, la necesidad de comer y beber también comienza a disminuir. El cuerpo del paciente comienza a adaptarse. Su actividad se reduce y no necesita tantas calorías.
Cómo reaccionar cuando los pacientes con Alzheimer dejan de comer
Descarte cualquier problema físico
Lo primero que debes hacer cuando un paciente deja de comer es descartar cualquier problema físico como llagas en la boca, dolores de muelas, prótesis dentales mal ajustadas, infecciones o medicamentos que puedan estar afectando al apetito del paciente. Si ha dejado de comer por algún problema físico, hay que tratar el problema e intentar cambiar los alimentos y bebidas que se le ofrecen. Déle alimentos con sabor que requieran una masticación mínima o nula. Evite los alimentos con texturas fibrosas y duras o cualquier alimento mixto como los cereales.
El método ANH
En las fases más avanzadas y graves del Alzheimer, los pacientes son completamente incapaces de tragar o ingerir alimentos por la boca. El ANH es un método utilizado para proporcionar alimentos a estas personas. Normalmente, se administra a través de una sonda de alimentación que pasa por la nariz y llega al estómago. También puede hacerse a través de una sonda que va directamente a la pared del estómago.
Con la alimentación artificial, los líquidos se administran por vía intravenosa o se introducen bajo la piel de forma subcutánea.
Para muchos pacientes con demencia, la alimentación artificial es difícil. En primer lugar, la inserción de tubos es angustiosa para la persona, que puede tirar de los tubos e incluso sacarlos. En segundo lugar, los lugares de inserción pueden irritarse o incluso infectarse. Las sondas de alimentación son dolorosas e irritantes. Limitan la movilidad, lo que puede provocar la aparición de infecciones, como las úlceras de decúbito. A veces, los fluidos pueden llegar a los pulmones causando neumonía
El entorno desconocido y el constante movimiento dentro y fuera del hospital pueden empeorar aún más el estado del paciente haciéndolo más irritado y agitado.
Las sondas de alimentación pueden ayudar al paciente a vivir un poco más, pero hacen más incómoda la parte restante de su vida. Se puede decir que hacen más daño que bien.
Déjelos vivir el resto de su vida
Los cuidadores y los médicos consideran que es mejor dejar que el paciente viva el resto de su vida sin tubos ni intervenciones externas. Si es necesario, se les puede ayudar con analgésicos. Siempre puede hablar con un médico para saber qué es lo mejor para el paciente.
Debe estar preparado para que, en algún momento, el paciente sea completamente incapaz de comer, por mucha ayuda y ánimo que le dé. Cuando esto ocurra, elija lo mejor para el paciente y no para usted.