Los comprimidos son la forma de dosificación más comúnmente prescrita para introducir medicamentos en el organismo. Esto se debe a que son compactos, por lo que son más fáciles de
llevar. Son fáciles de usar para la mayoría de las personas y su producción es barata para los fabricantes. Los comprimidos tienen tradicionalmente forma circular o de disco, pero pueden tener cualquier forma. Los comprimidos que se asemejan a una cápsula se conocen como caplets y están diseñados para facilitar la deglución de los pacientes. A veces se incluye una línea marcada en el centro del comprimido para que sea más fácil partirlo por la mitad si se necesita media dosis.
Una idea errónea es que los comprimidos sólo contienen el medicamento. Sin embargo, esto no es así, ya que un comprimido suele contener sustancias de relleno para darle tamaño, aglutinantes para mantener el comprimido unido, ingredientes para hacer que el comprimido se descomponga (desintegrantes), colorantes para hacer que el comprimido sea identificable y cantidades muy pequeñas de materiales para ayudar a que los polvos se muevan por la máquina de comprimidos durante su elaboración (lubricantes, deslizantes y antiadherentes). La figura siguiente (Figura 2) ofrece un ejemplo de vista lateral de un comprimido si los ingredientes fueran de distintos colores.
Todas las partes de un comprimido se eligen para asegurarse de que no interactúan entre sí o, lo que es más importante, de que no afectan a la absorción del propio fármaco de forma negativa. Por eso es importante no triturar juntos más de un comprimido diferente, ya que los ingredientes de un comprimido podrían afectar al fármaco de otro.
Figura 2 Representación diagramática de un corte transversal del contenido de un comprimido.