Miastenia gravis, trastorno autoinmune crónico caracterizado por debilidad muscular y fatiga crónica que está causado por un defecto en la transmisión de los impulsos nerviosos desde las terminaciones nerviosas a los músculos.
La miastenia gravis puede ocurrir a cualquier edad, pero afecta más comúnmente a las mujeres menores de 40 años y a los hombres mayores de 60 años. Las personas que padecen la enfermedad suelen tener una mayor incidencia de otros trastornos autoinmunes. Aproximadamente el 75 por ciento de los individuos con miastenia gravis tienen un timo anormal.
La miastenia gravis afecta principalmente a los músculos de la cara, el cuello, la garganta y las extremidades. La aparición de los síntomas suele ser gradual, con manifestaciones iniciales de la enfermedad en los músculos que rigen los movimientos oculares y las expresiones faciales. La debilidad puede limitarse a estas zonas o extenderse a otros músculos, como los que intervienen en la respiración. El esfuerzo muscular parece exacerbar los síntomas, pero el reposo ayuda a recuperar la fuerza.
La reacción autoinmune subyacente a la miastenia gravis es el resultado de un mal funcionamiento del sistema inmunitario en el que el cuerpo produce autoanticuerpos que atacan a receptores específicos situados en la superficie de las células musculares. Estos receptores se encuentran en la unión neuromuscular, donde las células nerviosas interactúan con las células musculares. En circunstancias normales, una célula nerviosa, estimulada por un impulso nervioso, libera el neurotransmisor acetilcolina, que atraviesa la unión neuromuscular y se une a los receptores de la célula muscular, desencadenando así una contracción muscular. En la miastenia gravis, los autoanticuerpos se unen a los receptores, impidiendo que la acetilcolina se una a ellos y, por tanto, impidiendo que el músculo responda a la señal nerviosa.
Los tratamientos para la miastenia gravis incluyen medicamentos anticolinesterásicos, que estimulan la transmisión de los impulsos nerviosos, y corticosteroides, como la prednisona, que amortiguan la respuesta inmunitaria. La extirpación del timo suele dar lugar a una mejora.