Objetivos del estudio: Examinar el umbral de excitación olfativa durante el sueño en comparación con un tono auditivo.
Diseño: En la noche 1, los participantes calificaron la intensidad del olor cuando estaban despiertos y experimentaron estímulos olfativos durante la etapa 1 del sueño. La noche 2 incluyó ensayos de sueño de fase 2, fase 4 y de movimientos oculares rápidos (REM) utilizando el método de detección de umbrales «en escalera». Se registraron el electroencefalograma, el electrooculograma, el electromiograma, el electrocardiograma y la respiración junto con la respuesta conductual. Se emitió un tono de 800 Hz en los ensayos en los que los olores no despertaron.
Entorno: Los participantes dormían en habitaciones individuales. Los sistemas de entrega de estímulos se operaban desde una habitación separada, donde un experimentador observaba los registros fisiológicos y las respuestas conductuales.
Participantes: Tres hombres y 3 mujeres sanos de entre 20 y 25 años (media, 22 años).
Intervenciones: Se presentaron dos odorantes, menta y piridina, a 4 concentraciones a través de cánulas nasales utilizando un olfatómetro de dilución de aire. Se reprodujeron tonos a través de un altavoz.
Mediciones: Se evaluaron las respuestas conductuales (pulsación de botones y orales), la activación electroencefalográfica y los cambios en la respiración y la frecuencia cardíaca.
Resultados: Los participantes respondieron a los olores en el 92% de los ensayos de la etapa 1 del sueño. La menta fue ineficaz en las etapas 2, 4 y en el sueño REM. La piridina produjo un umbral conductual en el 45% de los ensayos de la etapa 2, ninguno en la etapa 4 y un tercio de los ensayos de sueño REM. Los tonos fueron efectivos en al menos el 75% de los ensayos. La frecuencia cardíaca aumentó significativamente sólo después de las respuestas conductuales a los olores o tonos a través de las etapas del sueño.
Conclusiones: Los datos indican que el olfato humano no es capaz de alertar de forma fiable a un durmiente.