Los probióticos pueden hacer algo más que mejorar tu salud intestinal. También pueden mejorar indirectamente su cerebro, también.
Las investigaciones muestran que el intestino y el cerebro están conectados, una asociación llamada el eje intestino-cerebro. Ambos están vinculados a través de la señalización bioquímica entre el sistema nervioso del tracto digestivo, llamado sistema nervioso entérico, y el sistema nervioso central, que incluye el cerebro. La principal conexión de información entre el cerebro y el intestino es el nervio vago, el más largo del cuerpo.
El intestino ha sido llamado un «segundo cerebro» porque produce muchos de los mismos neurotransmisores que el cerebro, como la serotonina, la dopamina y el ácido gamma-aminobutírico, todos los cuales desempeñan un papel clave en la regulación del estado de ánimo. De hecho, se calcula que el 90% de la serotonina se produce en el tracto digestivo.
Lo que afecta al intestino suele afectar al cerebro y viceversa. Cuando el cerebro detecta problemas -la respuesta de lucha o huida- envía señales de alerta al intestino, por lo que los acontecimientos estresantes pueden provocar problemas digestivos como nerviosismo o malestar estomacal. Por otro lado, los brotes de problemas gastrointestinales como el síndrome del intestino irritable (SII), la enfermedad de Crohn o el estreñimiento crónico pueden desencadenar ansiedad o depresión.
El eje cerebro-intestino también funciona de otras maneras. Por ejemplo, el intestino ayuda a regular el apetito indicando al cerebro cuándo es el momento de dejar de comer. Unos 20 minutos después de comer, los microbios intestinales producen proteínas que pueden suprimir el apetito, lo que coincide con el tiempo que suele tardar la gente en empezar a sentirse llena.
¿Cómo podrían encajar los probióticos en el eje intestino-cerebro? Algunas investigaciones han descubierto que los probióticos pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo y la función cognitiva y a reducir el estrés y la ansiedad. Por ejemplo, un estudio publicado en línea el 10 de noviembre de 2016 por Frontiers in Aging Neuroscience descubrió que los pacientes con Alzheimer que tomaron leche elaborada con cuatro especies de bacterias probióticas durante 12 semanas obtuvieron mejores resultados en una prueba para medir el deterioro cognitivo en comparación con los que bebieron leche normal.
Un pequeño estudio de 2013 publicado en la revista Gastroenterology descubrió que las mujeres que comían yogur con una mezcla de probióticos, dos veces al día durante cuatro semanas, estaban más tranquilas cuando se exponían a imágenes de rostros enfadados y asustados en comparación con un grupo de control. Las resonancias magnéticas también descubrieron que el grupo del yogur tenía una menor actividad en la ínsula, el área cerebral que procesa las sensaciones corporales internas como las que emanan del intestino.
Es demasiado pronto para determinar el papel exacto que desempeñan los probióticos en el eje intestino-cerebro, ya que esta investigación aún está en curso. Es posible que los probióticos no sólo contribuyan a un intestino más sano, sino también a un cerebro más sano.
Para saber más sobre el papel de los probióticos en su salud general, descargue su copia de Los beneficios de los probióticos de la Escuela de Medicina de Harvard.