Las leucemias monocíticas pueden subdividirse en leucemia monocítica aguda, leucemia mielomonocítica aguda y leucemia mielomonocítica subaguda y crónica. Las características clínicas de las leucemias monocíticas agudas y mielomonocíticas agudas son similares y son manifestaciones de insuficiencia de la médula ósea. La hipertrofia gingival y la infiltración cutánea son más frecuentes en la leucemia monocítica aguda. Citomorfológicamente, las células blásticas de la leucemia monocítica aguda pueden ser indiferenciadas o diferenciadas, mientras que en la variedad mielomonocítica aguda hay poblaciones mixtas de células monocíticas y mieloblásticas. Las características citoquímicas incluyen reacciones fuertemente positivas para la esterasa inespecífica, inhibida por el flúor. Las características funcionales de las células monocíticas agudas y mielomonocíticas agudas se asemejan a las de los monocitos e incluyen la adhesión al cristal y la fagocitosis, la presencia de receptores Fc para IgG y C’3, y la producción de actividad estimulante de colonias. Las leucemias mielomonocíticas subagudas y crónicas son enfermedades insidiosas y lentamente progresivas que se caracterizan por la anemia y la monocitosis de la sangre periférica. Son característicos los monocitos atípicos denominados células paramieloides. Los fármacos utilizados en el tratamiento de las leucemias monocíticas agudas y mielomonocíticas agudas incluyen el arabinósido de citosina, las antraciclinas y el VP 16-213. El tratamiento farmacológico en las leucemias mielomonocíticas subagudas y crónicas no suele estar indicado, aunque se ha afirmado que el VP 16-213 es eficaz.