Un área de interés creciente para los científicos que exploran la importancia, el poder o la influencia entre entidades se llama Teoría de Grafos. Las raíces de la teoría de los grafos se remontan a 1736, cuando el matemático Carl Ehler presentó a Leonhard Euler el problema de los puentes de Konigsberg.
El problema de los puentes de Konigsberg se basa en la antigua ciudad alemana de Konigsberg, situada a ambos lados del río Pregel. En el centro, había dos grandes islas que estaban conectadas entre sí y con las orillas del río por siete puentes. Carl Ehler se obsesionó con encontrar una ruta para atravesar cada uno de los siete puentes sin pasar por ninguno de ellos más de una vez. Ehler se puso en contacto con Leonhard Euler, un matemático suizo. Euler confirmó la hipótesis de Ehler de que el problema no tenía solución, y la explicación de Euler dio lugar a un nuevo paradigma matemático llamado Geometría de la Posición.
El nuevo paradigma geométrico de Euler afirmaba que la ubicación de los puentes no importaba. El problema, en cambio, puede simplificarse convirtiendo cada puente en un punto (nodo) con líneas (aristas) para representar los enlaces entre ellos. Esta práctica de utilizar nodos y aristas se conoce ahora como Teoría de Grafos.
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Inicialmente, la Teoría de Grafos no tenía mucha utilidad en la resolución de problemas y no era muy apreciada por los matemáticos. Sin embargo, la moderna potencia de cálculo para procesar grandes permutaciones ha hecho que los principios de la Teoría de Grafos sean más prácticos. Este artículo le enseña a aplicar los principios de la Teoría de Grafos al análisis basado en Python.
No todas las redes de un sistema de Grafos están interconectadas. Esta desconexión se produce cuando se forman los componentes. Como se muestra en el gráfico de abajo, un componente se forma sólo cuando cada nodo tiene un camino a otros nodos.