Ago. 13, 2015 — Las grasas saturadas, como las que se encuentran en la carne roja y en los helados con alto contenido de grasa, pueden no ser tan malas para la salud del corazón después de todo. No están relacionadas con las enfermedades del corazón, según un nuevo informe publicado en BMJ.
¿Así que son buenas noticias? No tan rápido. Eso es sólo una parte de la historia, según dos expertos en nutrición: Frank Hu, MD, PhD, MPH, profesor de nutrición y epidemiología en Harvard, y Alice Lichtenstein, DSc, director del Laboratorio de Nutrición Cardiovascular en la Universidad de Tufts.
Las personas que reducen las grasas saturadas a menudo comienzan a comer más carbohidratos refinados y poco saludables como el pan blanco, dicen. Y éstos tampoco son saludables para el corazón.
Por este nuevo informe, ¿significa que podemos comer toda la grasa saturada que queramos?
«En realidad no», dice Hu. «Creo que debemos separar los resultados con cuidado».
«Cuando las personas reducen su contenido de grasas saturadas, si sustituyen las grasas saturadas por carbohidratos refinados como el pan blanco, los panecillos y el arroz blanco, no va a servir de nada, porque sabemos que el exceso de carbohidratos refinados es también un factor de riesgo para las enfermedades cardíacas», dice.
Los autores del estudio recomiendan que cuando se reduzca la grasa saturada, se considere cuidadosamente qué alimentos se consumen en su lugar.
«Si se comparan las grasas saturadas con los carbohidratos refinados, ambos son malos. Son básicamente iguales en su relación con las enfermedades del corazón».
El estudio no aporta pruebas convincentes de que las grasas saturadas no causen enfermedades del corazón, dice Lichtenstein. Si no se tiene en cuenta con qué se sustituye la grasa saturada, entonces «podemos aprender poco de este estudio», dice.
P: ¿Cuál es la conclusión?
«El mejor consejo que podemos dar a la gente es limitar los ácidos grasos saturados de la carne y la grasa láctea (también conocida como mantequilla) y sustituirlos por ácidos grasos poliinsaturados, como los aceites de soja y de maíz, y no por carbohidratos», dice Lichtenstein.
Hu está de acuerdo. Dice que si se sustituyen las grasas saturadas de la dieta por grasas saludables -aceites vegetales, frutos secos, marisco- se reducirá el riesgo de enfermedades cardíacas.
Por ejemplo, ¿cuántas grasas saturadas podemos comer y mantenernos sanos?