Desde una perspectiva global, el gorro de enfermera sigue siendo ampliamente utilizado. Sin embargo, el uso del gorro de enfermera había comenzado a disminuir lentamente en Europa Occidental y América del Norte a mediados de la década de 1970. El uso del gorro de enfermera en los centros médicos de Estados Unidos prácticamente desapareció a finales de la década de 1980 con la adopción casi universal de la «bata».
En las zonas en las que los centros sanitarios ya no exigían que sus enfermeras llevaran el gorro de enfermera, las escuelas de enfermería eliminaron el gorro como parte obligatoria del uniforme de los estudiantes. Además, con el crecimiento de la tecnología en el ámbito sanitario, algunos consideraban que los gorros de enfermera eran un obstáculo para las enfermeras que los llevaban, mientras que otros no estaban de acuerdo. Asimismo, con el rápido crecimiento del número de hombres en la enfermería, algunos sentían la necesidad de un uniforme unisex, mientras que otros no veían ninguna dificultad en los uniformes específicos para cada sexo, como ocurre en muchas profesiones uniformadas. Sin embargo, las gorras de enfermera siguen existiendo en muchos países desarrollados y en vías de desarrollo. Japón y Corea del Sur son ejemplos de países desarrollados con un uso casi universal del gorro de enfermera. También es habitual que los estudiantes de enfermería se hagan retratos de graduación con el gorro de enfermera puesto.
En los países en los que el gorro de enfermera ya no es obligatorio como parte del uniforme de las enfermeras, sigue teniendo el mismo significado que tenía en la época de Florence Nightingale. El gorro de enfermera simboliza el objetivo de la enfermera, que es prestar «servicio a los necesitados». Además, el gorro es un signo de los valores intemporales del sector: dedicación, honestidad, sabiduría y fe.