En 2013, Paula Deen fue abofeteada con una demanda por discriminación por un ex empleado que acusó a Paula de haber utilizado insultos raciales. Si bien la demanda fue finalmente desestimada, el daño al imperio de Paula fue extenso. Surgieron más acusaciones contra Paula: no sólo numerosos incidentes de insensibilidad racial, como el uso frecuente de la palabra «n» y la sugerencia de que la cocinera de un restaurante se vistiera como la tía Jemima, sino también otras cosas desagradables, como dejar que su hermano viera porno en el trabajo y promover un blooper reel profano que la mostraba realizando un acto antinatural con un inocente eclair (ick).
A la luz de esta publicidad no deseada, Food Network (que no es ajena a los escándalos) se apresuró a abandonar los programas de Paula, y ella también perdió la mayoría de sus acuerdos de patrocinio (a través de la CNN). Por suerte para Paula, el público estadounidense tiende a ser bastante indulgente (o, al menos, a tener poca memoria), ya que ha vuelto a salir al aire con dos nuevos programas de cocina y también tiene un lucrativo trabajo paralelo como anfitriona de fiestas en su propia casa.
Sin embargo, si todavía te preocupa que Paula se muera de hambre en su vejez, hay una cosa que puedes hacer para ayudar si tienes 8,75 millones de dólares de sobra: comprar su casa. Parece que ella ha estado tratando de deshacerse de ella, de forma intermitente, desde 2015. Una vez que la casa de Paula se venda, su patrimonio neto debería llegar a casi 23 millones de dólares, y todos podremos respirar aliviados sabiendo que Paula, al igual que su compañera la bella sureña Scarlett O’Hara, no volverá a pasar hambre.