P: ¿Pueden las ostras y otros bivalvos ser realmente parte de una dieta vegana? He oído que pueden serlo ya que no sienten dolor.

A: No según la definición de veganismo, ya que los veganos evitan todas las cosas de origen animal, típicamente por razones de bienestar animal y por la creencia de que está mal consumir cualquier ser sintiente, así como por razones de salud, medioambientales, religiosas o por simple «asco».

Pero algunas personas -conocidas controvertidamente como ostroveganos («ostro» deriva de la palabra latina para ostra) o bivalvos- añaden moluscos bivalvos (ostras, mejillones, almejas y vieiras) a sus dietas veganas. El hecho de que usted quiera hacerlo depende en gran medida del lugar que ocupe en el debate actual sobre lo que hace que las formas de vida sean sensibles y de lo «pura» que sea la dieta vegana que quiera seguir.

El argumento a favor de comer bivalvos es que no tienen sistema nervioso central, por lo que no pueden ser sensibles ni sentir dolor. Es decir, su sistema nervioso tan simple no tiene un cerebro capaz de ser consciente de las entradas sensoriales o de procesar las señales nerviosas como dolor. Cuando cierran sus caparazones con bisagras, podría ser simplemente un reflejo involuntario ante estímulos nocivos o amenazantes, no que estén percibiendo los estímulos como dolor, como hacen los humanos y otros animales con sistemas nerviosos más complejos.

Los defensores también argumentan que aunque los bivalvos están vivos, también lo están las plantas. Y señalan que algunas plantas se mueven de forma similar en respuesta a los estímulos, en particular la Venus atrapamoscas, cuyos pelos sensoriales hacen que sus pétalos se cierren alrededor de los insectos.

No es de extrañar que muchos veganos y grupos vegetarianos se opongan con vehemencia al concepto de ostroveganismo. Según la organización de defensa de los derechos de los animales PETA, no es ni mucho menos concluyente que los bivalvos no sientan dolor -la capacidad de las vieiras de alejarse nadando de las amenazas, por ejemplo, sugiere lo contrario, dice el grupo- y hay que darles el beneficio de la duda y, por tanto, evitarlos.

Como dice un artículo de la revista ILAR (una publicación del Instituto para la Investigación de Animales de Laboratorio): «Dado que la definición de dolor incluye un componente subjetivo que puede ser imposible de calibrar en animales muy diferentes a los humanos, las conclusiones firmes sobre la posible existencia de dolor en los moluscos pueden ser inalcanzables»

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