En la última lección, hablamos de cómo empatizar con uno mismo. Empatizar contigo mismo te ayuda a empatizar con los demás, porque si comprendes tus propios sentimientos es más fácil comprender los de los demás.
Sin embargo, si realmente quieres comprender a los demás, necesitas algo más que autoempatía. También debe dedicar algo de tiempo a pensar en la forma en que otras personas entienden el mundo.
Esto parece complicado, pero en realidad se reduce a una cosa:
Enséñese a hacerse la pregunta «¿Cómo le parece esta situación a la otra persona?» durante cada interacción, y dedique los ciclos cerebrales necesarios para pensar en una respuesta razonable.
El objetivo aquí no es ser un lector de mentes o saber con certeza lo que la otra persona está pensando. Todo lo que tienes que hacer es imaginar cómo sería ser esa persona, y hacer algunas conjeturas razonables sobre lo que esa persona está pensando o sintiendo.
Empatía y el arte de la colección de calcetines
Por ejemplo, digamos que un amigo te acorrala y empieza a charlar sobre un tema que te parece insoportablemente aburrido (su colección de calcetines, quizás).
Si ves la situación desde tu punto de vista, es probable que te sientas frustrado y te pongas a hablar con tu amigo -¡debería saber lo aburridos que son los calcetines para ti!
Pero si te tomas el tiempo de verlo desde la perspectiva del amigo, entenderás mejor sus acciones. Lo más probable es que, si la persona es tu amigo, se preocupe por ti y no esté tratando de aburrirte. Lo más probable es que, en su entusiasmo por contarle a alguien sus nuevos calcetines de lana de alpaca, se haya olvidado de lo aburridos que son los calcetines para ti.
Desde tu perspectiva, te has visto atrapado en una conversación aburrida. Desde su perspectiva, están compartiendo algo emocionante contigo.
Una vez que te tomes el tiempo de verlo desde su perspectiva, podrás manejar la situación de una manera mucho mejor. Ahora ya no les atacarás, pues entenderás que no pretenden aburrirte.
En cambio, puedes intentar cambiar de tema con delicadeza. O bien, puede decidir que ésta es una oportunidad para acercarse a su amigo y utilizar la conversación para averiguar más sobre algo (los calcetines) que es importante para él.
El peligro de su perspectiva
Desgraciadamente, nuestra tendencia natural es ver las cosas desde nuestra propia perspectiva (por eso se llama NUESTRA perspectiva.)
En lugar de intentar averiguar cómo ve las cosas la otra persona, tratamos de convencerla de que las vea a nuestra manera. En lugar de aceptar que la otra persona siempre verá las cosas de forma diferente, nos enfadamos con ella por no ver las cosas como nosotros.
Yo solía ser culpable de esto todo el tiempo. Hacía algo que mis padres consideraban irrespetuoso, por lo que se enfadaban conmigo. Entonces, ¡me enfadaba con ellos por estar enfadados conmigo!
No era mi intención ser irrespetuoso, así que me indignaba cuando me acusaban de falta de respeto… ¡parecía que mis motivos debían ser obvios para ellos!
La necesidad de disciplina
Todo cambió una vez que empecé a entrenarme en la empatía, empecé a preguntarme «¿Por qué están mis padres tan enfadados?». Y cuando realmente reflexioné sobre esa pregunta, me di cuenta de que, aunque yo no quería faltar al respeto, mis padres seguían sintiéndose faltados de respeto. Tengo unos padres estupendos, pero no leen la mente, por lo que no podían conocer mis motivos… sólo mis acciones.
Una vez que me di cuenta de esto, estaba mucho mejor equipada para manejar nuestro conflicto de forma positiva. Me preguntaba «¿Qué les parecería esto a mis padres?» cuando consideraba una acción, lo que me ayudaba a evitar decir o hacer algo que pudiera molestar a mis padres. Nuestra relación mejoró y los conflictos con mis padres se hicieron mucho menos frecuentes.
Comparto ese ejemplo para ilustrar un punto clave. Cuando la gente hace algo que a ti te parece irracional, sigue teniendo sentido desde su perspectiva. Si te tomas el tiempo de dar un paso atrás y preguntar «Vale, ¿por qué se está comportando así esta persona?», normalmente encontrarás una respuesta razonable, y esa respuesta te ayudará a responder mejor.
Pero hacerse esa pregunta no ocurre automáticamente. Tienes que tomar la decisión deliberada de preguntarte «¿Qué le parece esto a la otra persona?». Tienes que estar dispuesto a renunciar a tu insistencia en que la otra persona vea las cosas a tu manera. Y tienes que hacerlo una y otra vez, hasta que se convierta en algo automático.
El poder de la verdadera empatía
Construir la empatía no es fácil. Lo admito.
Pero a medida que sigas preguntándote «¿Cómo le parece esta situación a la otra persona?» ocurrirá algo notable. La pregunta en sí misma será cada vez menos necesaria. Empezarás a intuir cómo se siente la otra persona.
En otras palabras, empezarás a desarrollar una verdadera empatía.
Esto lleva tiempo. Has pasado mucho tiempo mirando el mundo exclusivamente a través de tu propia perspectiva, así que tendrás que sobrescribir muchos años de hábito. Pero créeme, merece la pena.
También tengo un ejercicio para ti hoy. Puede que te resulte difícil al principio, pero pondrá en marcha tu capacidad de crear empatía hacia los demás. Este es el ejercicio:
En las conversaciones que tengas hoy, pregúntate «¿Qué está pensando y sintiendo la otra persona en este momento? ¿Cómo está percibiendo esta interacción?» Por supuesto, no sabrás con seguridad si tu suposición es acertada, pero lo más probable es que estés cerca.
Una vez que te sientas cómodo haciéndote esa pregunta, mira si puedes actuar en base a ese conocimiento. Tal vez el dependiente del supermercado te diga «Hola» con voz apagada, y te des cuenta de que «Dios, esta persona probablemente ha estado trabajando todo el día, y se siente agotada». Pues bien, ¡mira a ver si puedes animarle! Dígale que está haciendo un gran trabajo, o felicítele por su sonrisa, o pregúntele de dónde ha sacado los pendientes.
Tardará en sentirse cómodo con esto, pero cada vez que lo haga será más fácil. Una vez que aprendas a desarrollar la empatía con los demás, mostrarles empatía se convertirá en algo natural.
Por supuesto, hay una última pieza del rompecabezas de la empatía. Cuando quieras demostrarle a alguien que entiendes cómo se siente, es importante que te asegures de que tus señales no verbales coinciden con tus palabras. Y estás de suerte… sigue leyendo y te mostraré cómo hacerlo.
Tu progreso en empatía
- 1) ¡Comprenderte a ti mismo!
- 2) ¡Comprender a los demás!
- 3) Empatía no verbal A continuación…