La mayoría de nosotros conocemos a personas con mejillas rosadas que a menudo tienen tendencia a sonrojarse en habitaciones con demasiado calor o al consumir bebidas alcohólicas. Este aspecto es bastante común en individuos con ascendencia del norte o del este de Europa y coloquialmente se denomina «cutis de melocotón y crema» o tener un «brillo facial saludable». Las mejillas rosadas son a veces sólo eso y por sí mismas son simplemente una variación de lo normal en la población. Sin embargo, una afección cutánea común llamada rosácea tiene muchos síntomas que se solapan y distinguir entre las dos puede ser a veces un reto. Se calcula que 14 millones de estadounidenses padecen rosácea, que suele aparecer después de los 30 años, afecta más a las mujeres que a los hombres y predomina en las personas con ascendencia del norte de Europa, aunque también afecta a hispanos y afroamericanos.
La rosácea suele desarrollarse gradualmente como un enrojecimiento persistente en las partes centrales de la cara y, con el tiempo, los pacientes pueden desarrollar pequeños vasos rotos, sensación de ardor u hormigueo, descamación y textura áspera en la piel del rostro. Un subgrupo de estos pacientes puede desarrollar otros subtipos de rosácea caracterizados por brotes similares a los del acné (rosácea papulopustular), ojos rojos y llorosos (rosácea ocular) y nariz bulbosa y abultada conocida como rinofima. Es importante entender que tener la forma de enrojecimiento facial de la rosácea (rosácea eritematotelangiectásica) no significa necesariamente que uno vaya a progresar a las formas más graves. Además, en contra de la creencia popular, la rosácea no está causada por el consumo de bebidas alcohólicas y no es un signo de alcoholismo subyacente. Sin embargo, quienes padecen esta forma de rosácea experimentan brotes de sus síntomas con ciertos desencadenantes, como el consumo de alcohol, el estrés, la exposición al sol, los ambientes cálidos y húmedos, las comidas picantes, las bebidas calientes, el clima ventoso y ciertos productos cosméticos o de cuidado de la piel. Evitar o modificar estos desencadenantes es esencial para prevenir las reagudizaciones. Se recomienda encarecidamente el uso diario de un protector solar hipoalergénico y no comedogénico con FPS 30 o superior. Además, sólo deben utilizarse productos cosméticos y de cuidado de la piel suaves y no irritantes, ya que los pacientes con rosácea suelen tener la piel muy sensible. Si no está seguro de cuáles son los cuidados adecuados para su piel propensa a la rosácea, le recomendamos que consulte a uno de nuestros dermatólogos certificados.
Poner en práctica las medidas mencionadas puede prevenir los brotes y mejorar significativamente la gravedad del enrojecimiento facial y otros síntomas de la rosácea. Para los casos más leves de enrojecimiento facial, los productos cosméticos de color verde pueden neutralizar el tono de la piel (por ejemplo, Eucerin Redness Relief™, Clinique Redness Solutions™). Sin embargo, muchos pacientes pueden necesitar tratamientos específicos para el rubor, el enrojecimiento persistente y los pequeños vasos rotos de la rosácea, que pueden ser poco atractivos desde el punto de vista cosmético. Los dermatólogos utilizan una serie de estrategias para tratar estos síntomas, incluidos los medicamentos tópicos y los tratamientos láser vasculares específicos. Es esencial que la rosácea se diagnostique correctamente para evitar el tratamiento de un supuesto acné o de una erupción facial que, a su vez, puede empeorar los síntomas de la rosácea. Aunque actualmente no existe una cura para la rosácea, hay tratamientos eficaces que pueden mantener esta afección bajo un excelente control y evitar que sea una carga psicológica. Si sufre los síntomas de la rosácea, el primer paso es consultar con uno de nuestros dermatólogos certificados para que le haga una evaluación y le recomiende un tratamiento.
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