El TDAH y la regulación emocional: Una guía para padres

¿Qué es exactamente la autorregulación?

La mayoría de las personas estarían de acuerdo en que los principales desafíos del TDAH incluyen la concentración, la atención sostenida, la organización y la memoria. Sin embargo, muchos niños (y adultos) con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) también luchan por regular sus emociones. Esta lucha se manifiesta en forma de grandes estallidos de ira o frustración, o de un vértigo extremo que parece incongruente con la situación inmediata. Muchos padres describen esto como «pasar de 0 a 60 en 3,2 segundos y sin apenas avisar».

Los estudios demuestran que los problemas de regulación afectiva o emocional afectan a los niños y adolescentes con TDAH porque la parte del cerebro que controla el comportamiento se conecta con la parte que regula las emociones. Puede que en su casa llamen a este fenómeno «grandes sentimientos» y «grandes reacciones». Pero, permítanme ponerme técnico: Russell Barkley define la autorregulación como «el medio por el que un individuo se gestiona a sí mismo para alcanzar un objetivo». Permítanme ir un paso más allá y definir técnicamente las emociones.

Saluda a mis emociones

Según McKay, Wood y Brantley (2007), las emociones son señales que alertan a tu cuerpo de lo que ocurre a tu alrededor. Esas señales se alimentan de nuestros sentidos: tacto, oído, olfato, vista y gusto. Podemos traducir lo que ocurre y responder de forma positiva, neutral o negativa (por ejemplo, veo una cara conocida en el supermercado y la saludo), o percibo que se trata de una situación peligrosa y me entra el pánico (por ejemplo, voy a mirar al suelo y corro por otro pasillo).

Entrando en la autoconciencia

¿Qué significa todo esto para usted y su hijo con TDAH? Para ayudar a un niño que se inunda emocionalmente, debemos trabajar para aumentar su conciencia de los sentimientos en el momento y de las percepciones situacionales: si se siente positivo, neutral o negativo y por qué. Un terapeuta que utilice un enfoque cognitivo-conductual puede ayudar a conseguir este objetivo. Pero un primer paso útil es llevar un registro o diario del tipo de situaciones que desencadenan el enfado, el malestar, la frustración, la ansiedad o la tristeza de su hijo. Por ejemplo, su hijo puede estallar de ira después de trabajar en dos problemas de matemáticas. O su hijo puede sentirse frustrado al intentar seguir varias instrucciones a la vez a la hora de dormir.

¿Por qué se siente así su hijo? Su mejor fuente de información es su hijo: ¡pregúntele! «Me he dado cuenta de que sentarte a trabajar en tus deberes de matemáticas a menudo te hace enfadar. ¿Por qué crees que ocurre eso?» Si su hijo dice: «¡NO LO SÉ! SÓLO LO SÉ», puede ofrecerle dos (y sólo dos) opciones de respuesta. Por ejemplo: «¿Te resultan difíciles las matemáticas? ¿O prefieres hacer otra cosa?». Esto facilitará la discusión y ofrecerá una visión o conciencia a medida que trabaje para discernir qué procesos de pensamiento están siendo superados por las emociones desreguladas.

Haga una pausa y desglóselo

Cuando las emociones de su hijo secuestran su cuerpo, parece casi imposible pulsar el botón de pausa. Como padre y clínico, bajo el volumen de mi voz y le hablo lentamente al niño o al adolescente. Le digo: «Sé que esto es difícil para ti. Vamos a pensar en lo que está pasando para que esto no tenga que ser tan duro». Este mensaje puede ser validador para el niño. Incluso si no puede verbalizar cómo se siente y por qué, entiende que usted lo entiende y eso puede ser un alivio.

Con su voz lenta y tranquila, trate de desglosar la tarea en la que su hijo está trabajando. Saca un papel o una pequeña pizarra y escribe los pasos asociados a su tarea. Por ejemplo, preparar un sándwich:

  1. Sacar el pan, sacar la mantequilla de cacahuete, sacar el cuchillo.
  2. Untar la mantequilla de cacahuete en cada rebanada de pan.
  3. Sacar el papel de aluminio.
  4. Envolver el sándwich en el papel de aluminio.

Como su hijo puede distraerse fácilmente con los sonidos y las actividades de su casa, este enfoque paso a paso puede ayudarle a ver la tarea de preparar un sándwich como una progresión factible de pasos en lugar de una gran tarea que lleva «mucho tiempo». El objetivo final: que su hijo interiorice este proceso y (después de mucha práctica) ya no necesite la pizarra.

¡Alégrese!

A todos nos gusta que nos digan que hemos hecho algo bien. Nos sentimos mejor con nosotros mismos y nos animamos a volver a tener éxito para poder ganar ese elogio. A medida que su hijo va dando pequeños pasos, un simple «me gusta cómo has hecho el sándwich tan rápido y fácil esta noche» llega muy lejos. Es muy fácil señalar todas las cosas que se olvidan o se dejan incompletas. Intenta «ignorar» eso y centrarte en lo que sí ha hecho bien. Puede que descubras que ambos sois más felices y estáis más centrados en el panorama general.

Actualizado el 15 de diciembre de 2020