En el libro de Romanos, Pablo dedica los primeros once capítulos a explicar el plan de Dios para nosotros, y cómo debemos amar a Dios. En el capítulo doce cambia de una perspectiva vertical a una horizontal. El versículo nueve dice: El amor debe ser sincero. Aborrece lo que es malo; aférrate a lo que es bueno. Romanos 12:9 (NIV )
La palabra sincero se traduce de una palabra griega que significa «sin hipocresía». Un hipócrita en el griego clásico describía a alguien que usaba una máscara en una obra. La gente de la época de Pablo habría entendido que él estaba diciendo que no debemos usar una máscara cuando amamos a los demás – fingiendo amar pero en el interior pensando otra cosa. Lo que se ve en nuestra cara debe ser genuino o sincero.
Una vez tuve una experiencia en un aeropuerto que me recuerda este principio. Mientras estaba en el avión, me di cuenta de cómo la azafata había sonreído y atendido a los clientes. Al salir del avión sonrió y se despidió de los pasajeros. Más tarde, mientras esperaba mi siguiente vuelo, me di cuenta de que uno de los pasajeros se acercó a ella con una pregunta. Ella seguía llevando su uniforme, pero no estaba de servicio. Esta persona esperaba la misma atención que recibiría en el avión. En lugar de una cara sonriente, recibió una respuesta grosera y ofensiva. Para ser justo con la azafata, no tenía ni idea de lo que pasaba en su mundo. Pero me quedé con la duda de si la forma en que se preocupaba por la gente en el avión era genuina, o simplemente estaba usando una máscara para cobrar un cheque.
El origen de la palabra sincero también nos ayuda a entender el principio que Pablo está haciendo aquí. La palabra «sincero» viene de las palabras latinas sine cera, que curiosamente significa «sin cera».
Este término viene de una práctica en la que la gente ocultaba las grietas en la cerámica que estaba ligeramente dañada. Se utilizaba cera para rellenar las grietas con el fin de hacer pasar la cerámica por un valor superior al que realmente tenía. Con el tiempo, la cera se derretía o se desgastaba, dejando la vasija inservible. Por ello, las vasijas que no estaban acabadas con cera llevaban la inscripción «Sine Cera» para verificar que estaban enteras, y de ahí surgió la palabra «sincero». Sería similar a esos productos de hoy que llevan el sello «orgánico» o «100% puro».
Pablo nos está diciendo que amemos de una manera que sea pura y genuina.
Pablo está haciendo este punto porque aprendemos desde una edad temprana cómo fingir que nos importa alguien, cuando en realidad no lo hacemos. Por ejemplo:
- Hablamos bien de alguien cuando está presente, pero cuando nos vamos lo criticamos.
- Le decimos a alguien que nos llame «cuando quiera», pero cuando vemos que su número aparece en la pantalla del teléfono, lo ignoramos.
- Declaramos: «ningún niño debe pasar hambre», y sin embargo no donamos al banco de alimentos u otra causa semejante.
- Le decimos a nuestros hijos que no se comporten de determinada manera, y sin embargo cuando no nos miran llevamos a cabo ese comportamiento.
- Sonreímos a alguien mientras habla, pero realmente no estamos escuchando.
Tres claves para amar con sinceridad:
1. Escuchar a los demás.
Escuchar requiere tiempo y esfuerzo. Algunos consejos prácticos para escuchar son:
- Reduzca la velocidad y reserve el tiempo necesario para escuchar sinceramente.
- Preste atención y demuestre que está escuchando asintiendo o con pequeños comentarios verbales.
- Dar al orador toda su atención y reconocer el mensaje.
- Reconoce que lo que no se dice también habla.
- Mira directamente al orador.
- Deje a un lado los pensamientos y las cosas que le distraen (como su teléfono).
- No prepares mentalmente una refutación mientras están hablando.
- «Escucha» el lenguaje corporal del orador.
- Aportar comentarios o hacer preguntas para aclarar ciertos puntos.
- Dejar que la persona que habla termine.
2. Aborrecer lo que es malo.
Amar a los demás sinceramente es dar un paso adelante y ayudarles cuando están sufriendo. Pero si no odiamos el mal que causa el daño, ya sea la injusticia, el acoso, el abuso, la mentira, etc., hay poca motivación para amarlos.
Si alguien dice amarte y luego desaparece cuando las cosas van mal en tu vida, es como la olla agrietada que estaba llena de cera. Cuando el «calor» estaba encendido, su cuidado se derritió como la cera en la olla agrietada.
Cuando nos insensibilizamos al mal, y ya no nos molesta, estamos en problemas. La crisis de los refugiados sirios llevaba tiempo produciéndose, pero hizo falta la foto de un niño varado en la orilla para despertar al mundo. El odio a este mal nos hace responder con amor.
Cada día, a través de diversos medios, estamos tan expuestos a los asesinatos, al adulterio, a la mentira, al robo, a la injusticia, etc., que ya no nos escandalizamos.
Nos adormecemos ante la depravación que nos rodea y acabamos siendo algo inmunes a ella. Cuando el mal adormece nuestro corazón, también disminuye nuestra capacidad de amar con sinceridad. Es por esta razón que Pablo nos dice que odiemos lo que es malo.
3. Aferrarse a lo que es bueno.
Aferrarse significa sujetarse fuertemente. Se necesita un esfuerzo concentrado para aferrarse a lo que es bueno. La razón por la que tienes que mantenerte aferrado es porque otros te desafiarán a que te sueltes y te conformes con menos. En el resto de este capítulo Pablo nos proporciona una lista de cosas a las que aferrarse con fuerza:
- Ser buenos amigos que amen profundamente; practicar el juego de segunda.
- No te rindas en los momentos difíciles; reza con más fuerza.
- Ayuda a los cristianos necesitados; sé inventivo en la hospitalidad.
- Bendice a tus enemigos; no maldigas en voz baja. Si ves a tu enemigo hambriento, ve a invitar a esa persona a comer, o si tiene sed, tráele una bebida. Tu generosidad le sorprenderá con la bondad.
- Ríe con tus amigos felices cuando estén contentos; comparte las lágrimas cuando estén deprimidos.
- Llévate bien con los demás; no seas engreído.
- Hazte amigo de los nadies; no seas el gran alguien.
- No devuelvas los golpes; descubre la belleza en todos.
- No insistas en vengarte; eso no te corresponde. «Yo haré el juicio», dice Dios. «Yo me encargaré de ello».
- No dejes que el mal saque lo mejor de ti; saca lo mejor del mal haciendo el bien.
Si hoy hacemos el esfuerzo de amar sinceramente, realmente podemos ayudar a que la ciudad sea un lugar mejor!