¿Cuándo empiezan los niños a crear recuerdos a largo plazo?

Los primeros años de la paternidad implican muchas primicias gratificantes: cuando el bebé esboza una sonrisa desdentada, cuando gatea y luego camina y, por supuesto, cuando pronuncia una palabra real, no balbuceante. Una madre me dijo una vez que le parecía triste que, si falleciera repentinamente, su hijo pequeño no se acordaría de ella ni de estos años tan emocionantes. Es cierto que la mayoría de nosotros no recordamos mucho, o nada, de nuestra infancia. Entonces, ¿en qué momento los niños empiezan a crear recuerdos a largo plazo?

Primero debo explicar los diferentes tipos de memoria que poseemos. Mientras escribo esto, estoy utilizando la memoria procedimental, una forma de memoria motora en la que mis dedos simplemente saben cómo escribir. En cambio, las memorias declarativas representan dos tipos de recuerdo a largo plazo: la semántica y la episódica. La memoria semántica nos permite recordar hechos generales -por ejemplo, que Alfred Hitchcock dirigió la película Vértigo-; la memoria episódica engloba nuestra capacidad para recordar experiencias o hechos personales -que Vértigo es mi película favorita-. Los recuerdos episódicos son los más relevantes para entender nuestros recuerdos de la infancia.

La elaboración de un recuerdo episódico requiere unir diferentes detalles de un acontecimiento -cuándo ocurrió y dónde, cómo nos sentimos y quién estaba allí- y recuperar esa información más tarde. En este proceso intervienen los lóbulos temporales medios, sobre todo el hipocampo, y partes de las cortezas parietal y prefrontal, que son muy importantes en la recuperación de la memoria. Los estudios de imagen muestran a menudo que las mismas regiones que codifican un episodio -por ejemplo, el córtex visual en el caso de las experiencias visuales vívidas- están activas cuando recordamos ese recuerdo, lo que permite una especie de «viaje mental en el tiempo» o la repetición del evento.

Algunas pruebas sugieren que los niños pequeños tienen recuerdos episódicos de su infancia, pero los pierden más tarde. Un niño de seis años, por ejemplo, puede recordar acontecimientos anteriores a su primer cumpleaños, pero al llegar a la adolescencia probablemente haya olvidado esa celebración. En otras palabras, es probable que los niños pequeños puedan crear recuerdos a largo plazo, pero estos recuerdos suelen desvanecerse después de cierta edad o etapa de desarrollo del cerebro. Los recuerdos creados en la infancia tardía y más allá tienen más probabilidades de perdurar porque el cerebro joven, especialmente el hipocampo y las regiones frontoparietales, experimenta importantes cambios en su desarrollo que mejoran nuestra capacidad para unir, almacenar y recordar acontecimientos.

Sin embargo, hay buenas noticias para esa madre y cualquier otro padre que se preocupe de que su hijo pequeño no recuerde sus primeros años especiales juntos. Un recuerdo es esencialmente una unidad de experiencia, y cada experiencia moldea el cerebro de forma significativa. Los recuerdos específicos pueden olvidarse, pero como esos recuerdos forman el tejido de nuestras identidades, conocimientos y experiencias, nunca desaparecen verdadera o completamente.

Pregunta enviada por Red Smucker-Green, Atlanta

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