Corrida de toros a la española

El capote se agita delante del toro, 2005.

La corrida a la española moderna está muy estandarizada, con tres partes distintas (o tercios), el comienzo de cada una de las cuales se anuncia con un toque de trompeta. En primer lugar, los participantes entran en la plaza en un desfile (paseíllo) para saludar al presidente, normalmente acompañados por la música de la banda. La corrida comienza al son de los pasodobles interpretados en directo, muchos de los cuales fueron compuestos en honor de toreros famosos. Los trajes de los toreros están influenciados por la vestimenta andaluza del siglo XVII. Los matadores se distinguen por un «traje de luces», confeccionado a medida y bordado con hilo de plata o de oro.

El toro entra entonces en el ruedo para que el matador y los banderilleros le prueben su agresividad con el capote magenta y dorado. Los toros son criados en el campo por ganaderías especializadas. El toro entra en la plaza con una escarapela en el lomo con los colores de la ganadería de la que procede.

Fase 1: Tercio de VarasEditar

La primera fase se denomina tercio de varas. El matador observa cómo reacciona el toro al agitar el capote de los banderilleros. También se fijan en los problemas de visión, en los movimientos inusuales de la cabeza o en si el toro favorece una parte del ruedo llamada querencia. Un toro que intenta llegar a su querencia suele ser más peligroso que un toro que ataca directamente al capote. La embestida inicial del torero se denomina suerte de capote, y hay una serie de «lances» (o pases) fundamentales que realizan los toreros; el más común es la verónica, que consiste en que el torero deje pasar su capote por encima de la cabeza del toro cuando éste pasa.

A continuación, dos picadores entran en la plaza, cada uno armado con una lanza (vara), montados en grandes caballos fuertemente acolchados y con los ojos vendados. La entrada del caballo atrae al toro hacia los picadores. El picador clava un morrillo en el cuello del toro, lo que le hace sangrar y animar al animal. Cuando el picador apuñala el cuello del toro, éste embiste e intenta levantar el caballo del picador. Si el picador tiene éxito, el toro mantendrá la cabeza y los cuernos más bajos en una muestra de agresividad durante las siguientes fases de la pelea. Esto hace que el toro sea menos peligroso a la vez que permite al matador realizar los pases del toreo moderno. En un paso obligatorio de la corrida, el reglamento exige que un juez de plaza se asegure de que se realiza un determinado número de pases antes de que se considere completada.

Etapa 2: Tercio de BanderillasEditar

En la siguiente etapa -el tercio de banderillas- el matador intenta plantar en los hombros del toro dos palos con púas o dardos conocidos como banderillas. Estas banderillas debilitan las crestas de los músculos del cuello y los hombros (que diferencian a los toros de lidia del ganado) por la pérdida de sangre, al tiempo que incitan al toro a realizar embestidas más agresivas. En este punto, el toro ha perdido una cantidad significativa de sangre, agotando al animal. El matador entra entonces con su capote y su espada, intentando cansar aún más al toro con varias carreras de capote.

El tercio de banderillas, 2004.

Los matadores colocan las banderillas alrededor del toro. Si el presidente decide que el toro es relativamente débil o no está dispuesto a torear, pueden ordenar el uso de banderillas negras, consideradas como un mal reflejo del ganadero.

Toro en la plaza con banderillas colgando en los hombros, 2005.

Etapa 3: Tercio de MuerteEditar

Matador en el tercio de muerte, 2005.

En la tercera y última etapa -el tercio de muerte- el matador vuelve a entrar en el ruedo solo con un pequeño capote rojo o muleta en una mano y una espada (estoc) en la otra. Este capote se estira con una espiga de madera y, en los pases con la mano derecha, también la espada. Tras dedicar el toro a un individuo o a todo el público, el matador utiliza su capote para atraer al toro en una serie de pases, demostrando su control sobre él. El color rojo del capote es una cuestión de tradición: los toros son daltónicos. El movimiento del capote es lo que irrita a los toros; el color por sí mismo tiene el propósito de enmascarar las manchas de sangre.

La faena es toda la actuación combinada con la muleta, que suele dividirse en una serie de tandas (episodios). Una tanda típica consta de tres a cinco pases básicos y luego el remate, como un pase de pecho, o pase de desprecio. Los pases bien recibidos son celebrados por el público con gritos de «¡ole!». La faena termina con una serie final de pases en los que el matador, con la muleta, intenta maniobrar al toro para clavarlo entre los omóplatos y atravesarle la aorta o el corazón. Toda la parte de la corrida con la muleta se llama tercio de muerte o suerte de muleta.

El acto de clavar la espada (estoca o estoque) se llama estocada. Una estocada torpe que no da una «muerte rápida y limpia» suele levantar fuertes protestas del público y puede arruinar toda la representación. Si la estocada no tiene éxito, el matador debe entonces realizar un descabello y cortar la médula espinal del toro con una segunda espada llamada verdugo, para matarlo instantáneamente y evitar el dolor del animal. Aunque el golpe final del torero suele ser mortal, el toro puede tardar en morir. Por ello, un peón llamado puntillero da el golpe de gracia, utilizando una daga para perforar aún más la médula espinal. El matador debe matar al toro en 15 minutos después del primer pase de muleta, como máximo. Transcurridos 10 minutos, si el toro sigue vivo, el presidente ordenará un aviso, una advertencia dada con un sonido de trompeta. Si transcurren otros tres minutos, se dará un segundo aviso; un tercer y último aviso se da después de otros dos minutos. El presidente dará entonces la orden de que el toro sea devuelto a su corral o, si la legislación local lo exige, de que se le mate fuera del ruedo. El cuerpo del toro es arrastrado por un equipo de mulas. Si el presidente queda impresionado por la actuación del toro, ordena una vuelta al ruedo para honrar al animal. En muy raras ocasiones, se permite que un toro sobreviva a la corrida como indulgencia concedida en reconocimiento a una actuación excepcional. Los espectadores exigirán un indulto al presidente, agitando pañuelos ante la estocada. El torero se detendrá y mirará al presidente. Si éste se queda quieto, reanudará su acción y matará al toro. Pero si tiene un pañuelo naranja colgado en el balcón, el matador imitará la estocada con una banderilla o con la palma de la mano y el toro quedará «liberado». Estos toros suelen ser retirados de la competición y criados como sementales, ya que su experiencia en el ruedo los convierte en oponentes extremadamente peligrosos. Un toro de lidia nunca se utiliza dos veces en el ruedo, porque aprenden de la experiencia, y toda la estrategia del matador se basa en la suposición de que el toro no ha aprendido de la experiencia anterior. Esto también invalida a los toros que han sido corridos en su finca por luchadores ilegales (maletillas), que en tiempos anteriores se colaban en una finca por la noche para practicar sus habilidades.

Un trofeo es el indicador habitual de una faena exitosa. Cuando se llevan los registros de las corridas de toros, siempre se mencionan los trofeos ganados por el matador. Si el público lo pide, el torero puede dar una vuelta al ruedo. Si al menos la mitad de los espectadores lo piden agitando pañuelos, el presidente está obligado a conceder al matador una oreja del toro. Conceder al torero otra oreja o las dos orejas y el rabo (los máximos trofeos), depende únicamente de la apreciación del presidente. Al matador que ha obtenido al menos dos orejas se le concede el permiso para salir a hombros de los admiradores (salida en hombros). En algunas ciudades, como Sevilla, tres matadores se enfrentan a dos toros cada uno, y la salida en hombros sólo está disponible para un matador que gane un total de tres trofeos entre sus dos toros. En general, el matador que se enfrenta a un toro liberado suele ser premiado con los máximos trofeos, aunque sólo de forma simbólica; a un toro muerto sólo se le pueden cortar físicamente las orejas o el rabo.