Así que los siete puntos de una postura más sensible al cuerpo podrían ser:
1. Siéntese en un cojín o en una silla, de pie o tumbado.
2. Disponga las manos de cualquier forma que le resulte cómoda.
3. Mantenga la espalda lo más recta posible.
4. Mantenga los hombros relajados y el pecho abierto.
5. Mantenga la cabeza a cualquier nivel que le resulte cómodo.
6. Permita que la mandíbula esté relajada
7. Y mantenga los ojos cerrados o abiertos.
La técnica
– Una vez que su cuerpo esté en una posición cómoda, comience la práctica tomando conciencia de su respiración. Fíjate en la inhalación y la exhalación al entrar y salir por la nariz. Te darás cuenta de que la respiración es más activa en una de las fosas nasales, si este es el caso, concéntrate en las sensaciones de la respiración al entrar y salir de esa fosa nasal. Si entra por ambas, concéntrese en las sensaciones de la respiración que entra y sale por ambas fosas nasales.
– Mientras notas la respiración entrando y saliendo, continúa soltando los pensamientos a medida que surgen. Cada vez que te distraiga un pensamiento, simplemente déjalo ir y vuelve a prestar atención a la respiración.
– Dependiendo de tu propia mente, los pensamientos pueden ser más o menos activos, puedes distraerte fácilmente o puedes ser capaz de mantener tu atención. De cualquier manera, mantén la atención en las simples sensaciones de inhalación y exhalación. Sé el guardián de tu nariz, y no dejes que entre o salga una sola respiración sin que seas consciente de ello.
– Si te distraes y pierdes la atención, simplemente date cuenta de que te has distraído, y vuelve amablemente a la respiración. No tiene sentido que te juzgues por distraerte, sino que te regocijes en el hecho de que estás entrenando a la mente para que esté relajada y atenta.
– Sigue practicando de esta manera, inspirando y espirando, devolviendo la atención a la respiración cada vez que se distraiga. A medida que haga esto una y otra vez, disminuirá gradualmente el tiempo en el que se distrae, y aumentará el tiempo en el que puede simplemente descansar y observar la respiración.
– Ahora, al exhalar, sea consciente de que su respiración se escapa y se disuelve en el espacio.
– Experimenta lo mismo con la inhalación. La respiración entra y se disuelve en el espacio.
– Permita que su conciencia se mezcle en este espacio abierto con la respiración tanto en la inhalación como en la exhalación.
– Continúe la práctica de la conciencia, dejando ir los pensamientos y volviendo a la respiración. Hazlo durante todo el tiempo que puedas.
Consejos finales
Si eres nuevo en la práctica, ayuda empezar haciendo sesiones de meditación más cortas. En lugar de intentar forzarte a sentarte durante largos periodos de tiempo. Siéntese durante 5 o 10 minutos cada vez, e intente hacerlo con más frecuencia. Las sesiones cortas y frecuentes mejorarán la calidad de tu meditación y te ayudarán a ganar confianza en tu práctica. Continúe alargando el tiempo a medida que se sienta cómodo y, finalmente, una vez que descubra la verdadera paz y la calma de simplemente estar y respirar en quietud, su meditación se convertirá en la parte más agradable de su día.
Sin embargo, no olvide que la meditación no es simplemente sentarse durante unos minutos u horas y luego levantarse y dejar de practicar. Lleva tu práctica de atención plena a tu vida diaria, y observa tu mente tal y como está en relación con las situaciones, las personas y los acontecimientos. Porque la vida es una relación, y la meditación nos ayuda a fortalecer nuestra relación con nosotros mismos, permitiéndonos estar más presentes para todas las demás relaciones en las que existimos.
Que encuentres la paz en tu interior, y que lleves esta paz al mundo.
Mucho amor,
Joseph P. Kauffman