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Últimamente tenemos dos aficiones principales. Uno es predecir el fin del mundo; no lo creerán, pero esta semana no encontramos absolutamente nada en el Apocalipsis que parezca relevante. La segunda es vincular la sencilla alegría de nuestro calendario de palabras al día con diferentes canciones. La palabra de la semana pasada fue «wainwright» y, para celebrarlo, presentamos la versión de Rufus Wainwright del éxito de Leonard Cohen «Hallelujah»
Es una buena versión, aunque el uso de Wainwright de «you» en lugar de «ya» mate el esquema de rima. No se puede decir que Wainwright no haga justicia a la melodía, pero mientras la escuchábamos empezamos a preguntarnos por primera vez sobre la letra.
He oído que había un acorde secreto
que David tocaba, y que agradaba al Señor
Pero a ti no te interesa mucho la música, ¿verdad?
Va así, la cuarta, la quinta
La caída menor, la elevación mayor
El rey desconcertado componiendo el Aleluya
¿Hay algún acorde secreto que le guste a Dios? Sabemos que hay uno que le da a Satanás una rigidez mayor, el «Intervalo del Diablo», que ha sido prohibido en la liturgia durante años porque escucharlo invoca pensamientos infernales. Los grupos de metal lo usan mucho ahora.
Pero no estamos hablando del iPod del Lucero de la Mañana, sino del acorde o la tonalidad que hace que los dedos de los pies de Big G se muevan.
Bueno, el David es por supuesto el Rey David. Hay más referencias a David más adelante en la canción, en la letra de Cohen sobre ver a una mujer bañándose en el tejado (David vio a Betsabé bañándose).
Ahora bien, David era famoso como músico. Por supuesto, también lo era el anticristo Nerón, así que tómalo con un grano de la mujer de Lot. Aun así, a David se le atribuye el haber calmado a Saúl con el canto y haber iniciado el concepto del canto en el Templo. El conocía sus acordes, es lo que estamos tratando de decir, y hay leyendas de tonos o notas tan agradables a Dios o a los dioses que se ganan su favor que se remontan a la antigüedad.
En el caso de «Aleluya» al menos, el acorde parece ser Do mayor, que es también la clave de la canción. La razón de ser del Intervalo del Diablo era que era disonante, un medio paso por debajo de la quinta perfecta que típicamente simbolizaba la pureza en la música. Teóricamente, lo que fuera opuesto al temido tritón sería el acorde más agradable para Dios.
También es una tonalidad realmente sencilla de tocar, sin sostenidos ni bemoles, lo que posiblemente hizo que fuera la única vez que Dios se contentara con el camino fácil. ¡Así se hace, Cohen!
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