BIBLIOGRAFÍA
Aunque Sigmund Freud es más conocido por su influencia en el campo de la psicología, también fue un renombrado profesor. Alfred Adler (1870-1937), alumno de Freud, rompió con las enseñanzas de éste, criticando su enfoque en lo sexual. Adler estableció un enfoque que denominó psicología individual, que se centraba en la necesidad de realización y poder del individuo; se le atribuye el desarrollo de conceptos como el orden de nacimiento, la búsqueda de significación, la vida mental y una serie de complejos que incluyen el complejo de inferioridad. Adler sugirió que las dos necesidades que los niños tienen que dominar son la inferioridad (o la voluntad de poder) y la necesidad de aprobación social. Según Adler, las personas se esfuerzan constantemente por ser poderosas, y los sentimientos de inferioridad (o debilidad) suelen arrastrarlas a un estado de consumo de intereses propios. Es importante señalar que, para Adler, la inferioridad en sí misma no es negativa, sino que es una fuerza normal e incluso motivadora en la vida. Todos los seres humanos tienen algún sentimiento de inferioridad y se esfuerzan por superarlo. Es cuando uno se consume por completo en su búsqueda de poder, o por los sentimientos de inferioridad hasta el punto de la parálisis, cuando la inferioridad se convierte en una carga. Es en este momento cuando uno pasa de tener sentimientos de inferioridad a tener lo que Adler llamó complejo de inferioridad.
Adler conceptualizó inicialmente la inferioridad con respecto a lo que denominó inferioridad de órgano. En 1907 Adler escribió Study of Organ Inferiority and Its Physical Compensation (Estudio de la inferioridad orgánica y su compensación física), en el que teorizaba que la inferioridad orgánica se producía cuando un órgano corporal era significativamente más débil que otro, lo que hacía que los órganos circundantes compensaran la debilidad del órgano inferior y suplieran la deficiencia de otra manera. Del mismo modo, Adler sugirió que los individuos tienen o perciben que tienen áreas en las que son deficientes, ya sean físicas o psicológicas. Adler pensaba que, a partir de la infancia, se inculca en cada individuo un profundo sentimiento de inferioridad como resultado de la estatura física del niño. En contraste con un adulto, un niño se ve a sí mismo como inferior tanto en sus capacidades físicas como psicológicas. Sin embargo, Adler pensaba que el grado en que el niño se siente inferior es en gran medida el resultado del entorno del niño y de la interpretación de ese entorno. Es decir, algunos niños perciben que tienen más deficiencias o mayores debilidades debido a los retos a los que se enfrentan, a la forma en que interactúan con los adultos de su vida o a los mensajes negativos que reciben sobre sus capacidades. Estos niños llegan a creer que son inferiores basándose en la percepción que tienen de sí mismos y de su vida, y no en criterios medibles o concretos.
Como adultos, los individuos también perciben áreas de deficiencia o debilidad. Estas debilidades percibidas pueden ser el resultado de experiencias vitales (por ejemplo, recibir una puntuación baja en un examen) o de afirmaciones críticas hechas por otras personas importantes (por ejemplo, ser llamado estúpido). Independientemente de la forma en que el déficit percibido llegue a la conciencia del individuo, una vez que éste identifica un área percibida como una debilidad, intenta compensar esos sentimientos de inferioridad y alcanzar el poder. Sin embargo, si esta compensación no tiene el resultado deseado, el individuo puede llegar a centrarse totalmente en la inferioridad y desarrollar lo que Adler llamó el complejo de inferioridad.
Según Adler, el complejo de inferioridad es una neurosis; el individuo se consume totalmente en su enfoque de la inferioridad. Es una magnificación de los sentimientos normales de inferioridad, y resulta cuando los esfuerzos por superar la inferioridad se ven muy obstaculizados. Los individuos que luchan con sentimientos de inferioridad pueden calificarse a sí mismos en algún área importante para ellos como un 5 en una escala del 1 al 10, cuando aspirarían a un 6 o 7. Por el contrario, las personas con complejo de inferioridad pueden calificarse con un 2 en una escala del 1 al 10, cuando aspiran a un 9. Las personas con complejo de inferioridad también pueden creer que no hay esperanza de llegar nunca al 9. La percepción de los propios defectos es un aspecto importante de este complejo. Es decir, importa más dónde los individuos se perciben a sí mismos que dónde están realmente.
Un individuo con un complejo de inferioridad a menudo se siente abrumado, y como resultado, el complejo de inferioridad puede llegar a ser tan consumidor como una dolencia o enfermedad. Los individuos pueden volverse manipuladores para intentar que los demás les den la afirmación que buscan, o pueden intentar utilizar sus deficiencias para conseguir una atención especial o una adaptación a circunstancias que en realidad son capaces de manejar o superar por sí mismos. Las personas con complejo de inferioridad pueden ser egocéntricas, deprimidas, incapaces de desarrollarse, conformistas, tímidas, inseguras, tímidas y cobardes. Pueden ser incapaces de tomar decisiones por sí mismos y carecer de valor para avanzar en cualquier dirección a menos que sean guiados por otros. Los sentimientos normales de inferioridad impulsan a los individuos a resolver y superar los problemas. Los individuos suelen hacer todo lo posible para mejorar la situación y librarse de los sentimientos de inferioridad. Sin embargo, los individuos con complejos de inferioridad no son capaces de resolver o superar los problemas. De hecho, Hertha Orgler en Alfred Adler: The Man and His Work (1973) escribió que Adler definió el complejo de inferioridad como una «incapacidad para resolver los problemas de la vida» (p. 56). Adler creía que el complejo de inferioridad, una vez establecido en un individuo, sería una lucha psicológica continua y duradera.
La teoría de la psicología individual de Adler es uno de los pilares del pensamiento psicológico. Sin embargo, un aspecto controvertido de su teoría es que tiende a ser más conceptual que científica, es decir, es subjetiva más que objetiva. Además, muchos de los conceptos de Adler parecen basarse en pruebas anecdóticas de su propia vida más que en pruebas integradas como resultado de la investigación científica. Hay muchas otras teorías que también son difíciles de probar empíricamente (por ejemplo, las relaciones objetales y la gestalt), y es probable que Adler argumentara que esas eran sus experiencias y que otras personas podrían aportar anécdotas propias para corroborar sus teorías.
BIBLIOGRAFÍA
Ansbacher, Heinz, y Rowena Ansbacher. 1956. La psicología individual de Alfred Adler. Nueva York: Basic Books.
Manaster, Guy, y Raymond Corsini. 1982. Individual Psychology. Itasca, IL: Peacock Publishers.
Orgler, Hertha. 1973. Alfred Adler: The Man and His Work. London: Sidgwick and Jackson.
Sperber, Manes. 1974. Masks of Loneliness: Alfred Adler in Perspective. Nueva York: Macmillan.
Wendy L. Dickinson
Jeffery S. Ashby