Tanto en Colosenses 3:5 como en 3:8, Pablo enumeró cinco formas de vida que los cristianos deben evitar. En este versículo, ofrece cinco formas de vida que los cristianos deben seguir. Además, precede esta lista refiriéndose a los creyentes con tres nombres. Primero, son «los elegidos de Dios». Dios los seleccionó o eligió para formar parte de su familia. Segundo, estos creyentes son santos, lo que significa «apartados». Esto se debe a la obra de Dios en ellos, no a sus propias buenas acciones. Tercero, los creyentes son «amados» por Dios (Juan 3:16).
La primera práctica positiva que da Pablo es un corazón compasivo. Esta es una respuesta a Dios, y a los demás, que está llena de amor y preocupación en lugar de egoísmo.
En segundo lugar, Pablo menciona la bondad. Esta palabra griega es chrēstotēta, que también puede traducirse como «bondad o integridad moral». El término se refiere a la forma en que una persona trata a los demás.
En tercer lugar, los creyentes deben vivir con humildad, un rasgo valorado por Dios en toda la Escritura (Santiago 4:6). El evangelio requiere que las personas admitan que son pecadores que necesitan un Salvador. Como creyentes, debemos reconocer la supremacía de Dios en nuestras vidas y lo limitados que somos en comparación. La humildad también es importante para que no actuemos con arrogancia o injusticia hacia otras personas.
En cuarto lugar, Pablo menciona la mansedumbre, del griego prautēta. No se trata de una actitud de temor, ni de la sugerencia de que los cristianos deben ser tímidos. Más bien, se refiere a la mansedumbre, en lugar de una respuesta de corazón duro hacia los demás. Una persona «mansa» es aquella que controla su fuerza y poder, en lugar de abusar de él.
Quinto, Pablo espera paciencia de los creyentes. Este y los otros rasgos de este versículo reflejan estrechamente la lista que describe el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22-23.