10 rompecabezas para poner a prueba tu agudeza mental

Para poner a prueba tu agudeza mental, responde a las siguientes preguntas (¡sin mirar las respuestas!):

1. La madre de Juanito tuvo tres hijos. El primer hijo se llamaba Abril. El segundo hijo se llamaba May. ¿Cómo se llamaba el tercer hijo?

2. Un dependiente de una carnicería mide 1,5 metros y lleva zapatillas de la talla 13. ¿Qué peso tiene? ¿Cuánto pesa?

3. Antes de que se descubriera el monte Everest, ¿cuál era la montaña más alta del mundo?

4. ¿Cuánta tierra hay en un agujero que mide dos pies por tres pies por cuatro pies?

5. ¿Qué palabra del idioma inglés se escribe siempre de forma incorrecta?

6. Billie nació el 28 de diciembre, pero su cumpleaños siempre cae en verano. ¿Cómo es posible?

7. En la Columbia Británica no se puede fotografiar a un hombre con una pata de palo. ¿Por qué no?

8. Si estuvieras corriendo una carrera y pasaras a la persona que va en segundo lugar, ¿en qué lugar estarías ahora?

9. ¿Qué es correcto decir: «La yema del huevo es blanca» o «La yema del huevo es blanca?»

10. Un agricultor tiene cinco pajares en un campo y cuatro pajares en otro. ¿Cuántos pajares tendría si los juntara todos en un solo campo?

Respuestas

1. Johnny.

2. Carne.

3. Monte Everest. Es que aún no se ha descubierto.

4. No hay suciedad en un agujero.

5. Incorrectamente (excepto cuando se escribe incorrecto).

6. Billie vive en el hemisferio sur.

7. No se puede hacer una foto con una pata de palo. Necesitas una cámara (o un iPad o un móvil) para hacer una foto.

8. Estarías en segundo lugar. Has pasado a la persona en segundo lugar, no en primero.

9. Ninguna de las dos cosas. Las yemas de los huevos son amarillas.

10. Una. Si combina todos sus pajares, todos se convierten en un gran montón.

De acuerdo, algunos de estos son un poco cursis. Pero todos ellos ilustran varias idiosincrasias cerebrales que afectan a la forma en que tomamos decisiones en el mundo.

Gracias a la forma en que funciona nuestro cerebro, tenemos una tendencia muy fuerte a ver lo que queremos ver y lo que esperamos ver. Esto tiene enormes implicaciones a la hora de estudiar a nuestros clientes, mercados, competidores y otros datos que influyen en las decisiones empresariales clave.

Cuando sólo vemos lo que queremos o esperamos ver, pasamos por alto las amenazas de la competencia porque nuestro cerebro nos dice que una amenaza no podría venir de esa dirección. Perdemos oportunidades porque sólo vemos lo que ha funcionado en el pasado en lugar de lo que podría ser. Y pasamos por alto cambios importantes en el mercado y en las necesidades de los clientes que parecen obvios en retrospectiva, pero que se pasan por alto fácilmente cuando nos centramos en lo que ya conocemos.

A nuestro cerebro no le gustan los vacíos de información, por lo que tendemos a saltar a la primera respuesta/solución que parece buena en lugar de tomarnos el tiempo para examinar todos los datos. Esto es especialmente cierto en un mundo en el que cada día recibimos más información de la que tenemos tiempo de asimilar. Por último, a nuestro cerebro le encanta ver patrones y hacer conexiones. Este rasgo nos sirve de muchas maneras cuando nos movemos por el mundo. Pero el cerebro no siempre acierta.

Por ejemplo, ¿cómo has respondido a la pregunta nº 1 (sé sincero)? Para la mayoría de las personas, la primera palabra que les viene a la cabeza es «junio», porque el cerebro detecta rápidamente el patrón abril/mayo/junio. Al releer la pregunta y analizar los datos, la respuesta «Juanito» resulta obvia.

¿Y qué pasa con el hombre de la pata de palo? Su respuesta depende de cómo se interprete «con». ¿Se refiere al hombre con la pata de palo o a la cámara? Una pregunta un poco tramposa, pero que ilustra claramente cómo el lenguaje que utilizamos determina nuestra forma de ver el mundo.

Quizás el mejor ejemplo de cómo se nos escapan las cosas es la pregunta de la yema de huevo. Todo el mundo sabe que las yemas de huevo son amarillas. Pero el enunciado de la pregunta pone nuestra atención en la selección del verbo correcto, por lo que pasamos por alto un dato obvio y una respuesta aún más obvia.

No podemos cambiar el funcionamiento del cerebro, al menos no todavía. Dale a la ciencia otros 50 años y quién sabe lo que hará nuestro cerebro. Por ahora, podemos ser más conscientes de cómo funciona nuestro cerebro, y luego hacer una pausa de vez en cuando para considerar lo que nos estamos perdiendo. Esto incluye los datos que inconscientemente descartamos, así como diferentes fuentes de datos para contrarrestar lo que esperamos ver.

Acostúmbrate a burlarte de tu cerebro. Te sorprenderá lo que acabas viendo y que antes no veías.

Retuitea este blog para descubrir lo listos que son tus amigos y socios.

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